Madrid y Rabat buscan afianzar sus relaciones, basadas en intereses económicos y migratorios.
Tras las vacaciones de verano, el comienzo del curso político del Gobierno español se verá marcado por el fin oficial de la crisis diplomática con Marruecos. En una visita al centro de refugiados afganos en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), Pedro Sánchez, agradeció las buenas intenciones de Rabat y recordó la importancia de este aliado estratégico para España.
El presidente del Ejecutivo español definió a Marruecos como país "aliado, vecino y hermano" y afirmó que estas diferencias podrían suponer una oportunidad para mejorar los vínculos entre los dos países.
Estas palabras llegaban tras el discurso del rey Mohamed VI, quien el pasado viernes expresó su deseo de abrir una nueva etapa, inédita, en las relaciones con Madrid, que se basarían, según el monarca alauí, "en la confianza, la transparencia y el compromiso".
La enésima crisis política entre ambos países se desató el pasado mes de mayo, cuando entre 8 000 y 10 000 marroquíes entraron en Ceuta ante la pasividad de las autoridades de Rabat en la frontera. Una estrategia para provocar a España tras la acogida en un hospital de Logroño del líder saharaui Brahim Ghali, enfermo de Covid-19.
Pese a las diferencias respecto al futuro del territorio del Sáhara Occidental, antigua colonia española, las relaciones entre los dos estados son de vital importancia **debido a los grandes intereses económicos y migratorios que los unen. **