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Llevan alimentos y medicinas en el viaje de ida, y regresan con civiles aterrorizados. Este convoy de vehículos ha salido este jueves de Zaporiyia, en dirección a Mariúpol, en el sureste de Ucrania, con suministros humanitarios para ayudar a la ciudad fuertemente asediada por las tropas rusas. El viaje está plagado de peligros y combates.
Decenas de muertos en fosas comunes
En Mariúpol, el asedio ha dejado unos 1.300 civiles muertos. Allí entierran los cuerpos en una enorme fosa común. Las autoridades ucranianas acusan al Ejército ruso de cometer crímenes de guerra al bombardear un hospital materno infantil.
"Lo único que quiero es que esto termine. No sé quién tiene la culpa, ni quien tiene razón. Malditos sean todos. ¿Que qué siento? que quiero seguir viviendo", decía Volodímir Bykovskyi trabajador de los servicios sociales, que ahora hace de sepulturero.
La población tiembla bajo las bombas
En Mariúpol, la gente hace cola para coger agua de un pozo. Esta es una de las ciudades más afectadas por los bombardeos desde que empezó la guerra. La población sobrevive sin agua ni calefacción y con una preocupante escasez de alimentos y medicinas.
Por favor, recen por Mariúpol
"Me llamo Tania Bondar y tengo 9 hijos y siguen vivos. Recen por Mariúpol, nos están bombardeando desde todas partes. Recen por las madres que tienen hijos, por favor, esto es muy duro. No tenemos agua, ni comida, ni electricidad, y da mucho miedo pasar por esto", decía esta ucraniana al borde las lágrimas.
La condena e indignación internacional tras el bombardeo de un hospital pediátrico en Mariúpol no ha sido suficiente para lograr un alto el fuego para la evacuación segura de los civiles.