La preocupación por la familia o las ganas de ayudar a los combatientes pesan más que el peligro que les espera.
Con la llegada de la Semana Santa ortodoxa, muchos refugiados ucranianos han tomado la temeraria decisión de volver a casa para pasarla con el resto de la familia. Como Olena, a punto de tomar un tren en la localidad polaca de Przemysl.
"Cocinaré para los hombres que están allí"
"Regreso porque los hombres que están allí necesitan ayuda y cocinaré para ellos. Creo que aún soy capaz de ayudar y por eso vuelvo a Kiev".
En este centro de acogida hacen lo que pueden para persuadir a los refugiados de que no pongan sus vidas en peligro de esta manera.
"Aún es demasiado pronto"
"No podemos forzar a nadie", cuenta Igor Horków, de la Unión de Ucranianos en Polonia. "Pero a veces intentamos convencer a la gente de que espere un poco, especialmente a madres con niños pequeños. Aún es demasiado pronto".
Pero la enorme preocupación por los suyos y el apego a la vida que han dejado atrás hace tan poco tiempo parecen pesar más que cualquier peligro.
En Alemania, Julia teme por la seguridad de su madre.
"Tengo miedo porque nuestra región ahora está rodeada. Los rusos están en todos los alrededores de nuestra ciudad y mi madre está allí. Estoy muy preocupada por ella porque está sola. Pensé que la separación sería más fácil".
Dentro de varias horas, Julia y su hijo entrarán voluntariamente en una zona de guerra.
Un 15% de los ya 7,7 millones de desplazados internos también planea retornar a sus casas en las próximas dos semanas, según la Organización Internacional para las Migraciones. Este organismo destaca sus dificultades para encontrar comida y obtener dinero en efectivo.