La realidad es que el resultado de las presidenciales brasileñas deja un país absolutamente polarizado ideológica y socialmente, como recuerda Pedro Xavier, gerente de un club de jazz.
En las calles de Brasil, sorprende el largo silencio del ultraderechista Jair Bolsonaro tras la victoria del izquierdista Lula da Silva quien vuelve al poder en su país, al imponerse el domingo por un estrecho margen en la segunda vuelta de las presidenciales.
Apenas un 1,8% de votos de diferencia entre ambos, que abren la puerta a la incertidumbre durante los dos meses que faltan hasta que el traspaso de poderes sea efectivo.
Mientras, la victoria de Lula da Silva deja a las cinco grandes economías latinoamericanas en manos de la izquierda. El presidente argentino, Alberto Fernández, se trasladó personalmente hasta Sao Paulo para celebrar un momento histórico.
Sin embargo, la realidad es que el resultado de las presidenciales brasileñas deja un país absolutamente polarizado ideológica y socialmente, como recuerda Pedro Xavier, gerente de un club de jazz: "Hemos pasado cuatro años llenos de falta de humanidad, de desigualdades y con mucha exclusión. Pienso que el Partido de los Trabajadores (PT) traerá el cambio. Yo voté por Lula ayer, y hoy estoy muy feliz con su victoria", explica.
Alegría que contrasta con la indignación de miles de transportistas partidarios de Bolsonaro, que durante toda la jornada han cortado carreteras por todo el país.
Lula ha vuelto para gobernar en este país de enormes contrastes con 214 millones de habitantes.Ya estuvo siete años en el poder (2003-2010), y 580 días en la cárcel procesado por corrupción. Absuelto por la justicia, volverá oficialmente a la presidencia el próximo 1 de enero.