Los activistas climáticos de Última Generación exigen el fin del carbón con métodos radicales

La rápida aceleración del cambio climático está llevando a la gente de toda Europa a recurrir a métodos cada vez más sensacionales, ya sea en Francia, Bélgica o Alemania.
La gente está rociando, pegando y lanzando cosas, donde antes había manifestaciones. El tiempo se acaba, y deprisa.
En 2022, activistas climáticos del grupo Última Generación organizaron 276 bloqueos de carretera en Alemania. Quieren un límite de velocidad de 100 km/h en las carreteras alemanas y la prohibición de quemar carbón.
"Queremos que la gente se indigne de que hoy, en 2023, se está derribando otro pueblo para extraer lignito", dice el activista Joel Schmitt a Euronews.
El Gobierno y la empresa energética RWE han llegado a un acuerdo: **La minería del carbón no desaparecerá en 2038, sino en 2030.**Hasta entonces, las excavaciones continuarán.
En una de las mayores minas de lignito a cielo abierto del mundo, la extracción continúa. Esa es la razón por la que la gente sale a la calle: temen que el colapso climático se acerque.
Muchos activistas climáticos utilizan métodos ilegales. Se arriesgan a multas y penas de cárcel. Pero, ¿está justificada la desobediencia civil?
"Estamos en una situación en la que nos dirigimos hacia una pesadilla climática. Ni la policía registrando nuestras casas, ni las amenazas de violencia, ni el riesgo de ir a la cárcel van a impedir que luchemos por un buen futuro", dice Schmitt.
"Pasé 23 días en la cárcel. La semana siguiente a mi puesta en libertad volví directamente al mismo lugar, a la misma calle (y volví a bloquearla), por lo que me condenaron a otra semana de cárcel".
¿Harán la ira y la desesperación más radicales a los activistas? ¿O serán sus acciones las que determinen las decisiones políticas?