El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica regresa a la central nuclear ucraniana para verificar el estado de los reactores y reiterar su deseo de acordar un alto el fuego en la zona.
Encontrar un acuerdo para mantener a salvo la central nuclear de Zaporiyia ha sido una misisón imposible. Así lo admite Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, que se encuentra nuevamente de visita en la central ucraniana.
Grossi ha pedido tanto a Rusia como a Ucrania desmilitarizar la zona y establecer medidas de seguridad que tengan el visto bueno de ambos países. Pero la situación sigue degradándose con los repetidos apagones que sufre la central y que amenazan con una catástrofe.
"Es evidente que la actividad militar está aumentando en toda esta región. Así que hay que tomar todas las medidas y precauciones posibles para que la planta no sea atacada y pueda ser protegida. Intento poner sobre la mesa propuestas realistas y viables que puedan ser aceptadas por todos. Un accidente nuclear con consecuencias radiológicas no perdonará a nadie. Rusia, Ucrania, el resto de Europa... da igual (afectará a todos). Así que tenemos que evitarlo, y soy optimista de que es posible".
Grossi se reunió el lunes con el presidente Volodímir Zelenski, y dijo que "muy probablemente" viajaría a Moscú en los próximos días. También ha detallado que las negociaciones se centran específicamente en evitar un desastre nuclear en la central pero que no pretenden garantizar un alto el fuego más amplio.