El 25 de diciembre ha sido un día de Navidad como tantos otros para unas 50 familias migrantes, en París. Padres e hijos, de entre tres meses y 10 años de edad, buscan un lugar donde dormir, con la ayuda de miembros de la ONG Utopia 56.
Llegan a Europa con el sueño de alcanzar una vida mejor. En muchos casos, con la idea de lograr, simplemente, una vida. Atrás dejan un país y un día a día que se ha convertido en un 'infierno', con la esperanza de ofrecer a sus familiares un futuro.
Pero, tras abandonar su país y pasar mil y una penurias, en infinidad de ocasiones se encuentran con una triste realidad: son extranjeros, sin medios económicos, en una sociedad que puede resultar impía, y en la que resulta complicado salir adelante.
Reflejo de su penosa situación, el 25 de diciembre fue un día de Navidad como tantos otros para unas 50 familias migrantes, en París. Todas las noches, a partir de las 18.00 horas, se reúnen frente al Ayuntamiento. Padres e hijos, de entre tres meses y 10 años de edad, buscan un lugar donde dormir, con la ayuda de miembros de la ONG Utopia 56. Aicha, que llegó a Francia en 2022 procedente de Malí, sigue buscando una nueva vida.
"Hay muchas familias que duermen en la calle. Yo duermo fuera o en el metro, pero ni siquiera allí estoy seguro porque hay 'matones'. Es complicado, no hay otra opción, no tenemos solución. Pero no soy solamente yo, es complicado", declara Aicha, una ciudadana maliense de 20 años que llegó a París en el año 2022.
La organización consigue alojar entre un 20 % y un 40 % de personas, durante una o dos noches. Son, sobre todo, mujeres con niños pequeños, procedentes de países como Burkina Faso, Costa de Marfil, Senegal o Mali. Cada día, los voluntarios de Utopia 56 distribuyen alimentos, mantas y pañales para bebés, mientras se preguntan qué será de estas personas. Es la dura realidad de muchas familias de migrantes en París, ciudad que, en apenas siete meses, va a celebrar una nueva edición de los Juegos Olímpicos de verano.