El 20 de diciembre de 1999, la administración de Macao pasó de Portugal a China. A pesar de aceptar el principio de "un país, dos sistemas", el territorio ha experimentado una mayor represión de los derechos políticos y la libertad de expresión en los últimos años.
Anabela Ritchie fue la última presidenta de la Asamblea Legislativa de Macao antes de la transición. Por eso, hace 25 años, siguió de cerca todas las ceremonias del traspaso de este pequeño territorio de Portugal a China.
"El momento más importante de aquel día fue ver arriar la bandera del palacio de Praia Grande, que era la sede del poder de la administración portuguesa", recuerda. "Esa noche hubo una cena, un gran espectáculo y a medianoche se produjo el traspaso del poder, el traspaso de la administración, a la República Popular China". "Para mí fue sin duda un momento extraordinario, era el fin de la presencia portuguesa en Macao", recuerda.
Se acordó que Macao mantendría durante 50 años una gran autonomía respecto a Pekín: separación de poderes, moneda propia (la pataca), dos lenguas oficiales (chino y portugués) y economía de mercado. También se establecieron derechos fundamentales, inimaginables al otro lado de la frontera, como la libertad de expresión, asociación y manifestación. Todo ello formaba parte de la fórmula de Deng Xiaoping "Un país, dos sistemas", que también se aplicó a Hong Kong en 1997 y que Pekín pretendía utilizar como modelo en Taiwán.
Ahora, 25 años después, el presidente de China, Xi Jinping, ha regresado a Macao para celebrar el aniversario y tomar juramento a un nuevo gobierno local. Entre advertencias para diversificar la economía (dominada por el sector del juego) y referencias a la autonomía del territorio, Xi afirmó que "la soberanía nacional, la seguridad y el desarrollo están por encima de todo".
Clima de obediencia
La imagen actual de Macao es muy distinta de las promesas de 1999. "Hay obras de teatro que han sido prohibidas, ciclos de cine que han sido alterados, algunos libros han sido retirados de las bibliotecas, a periodistas, artistas y escritores extranjeros -es decir, críticos- se les ha impedido entrar en Macao", afirma Jorge Menezes, un abogado que se ha hecho conocido por representar a políticos y activistas de Macao.
"No nos damos cuenta, pero todos nos hemos vuelto más obedientes o menos críticos, por así decirlo", continúa Menezes. "Así que la cara de la vida en Macao ha cambiado mucho. Es una sociedad mucho menos interesante, menos creativa, porque no hay mucho espacio para el desacuerdo".
Ng Kuok Cheong ha sentido estos cambios en su piel. En 2021, el Tribunal Superior prohibió definitivamente las vigilias en memoria de la masacre de Tiananmen, que Ng llevaba organizando en el centro de la ciudad desde 1989. Entonces se le prohibió presentarse como candidato al Parlamento, junto con otros candidatos prodemócratas.
Fue el final de una larga carrera como diputado, antes y después de la transición, siempre en la oposición al gobierno local -primero el portugués, luego el de Macao- y con un programa político a favor de la democracia.
"Aunque Macao es demasiado pequeño para cambiar el mundo y cambiar China, yo quería hacer todo lo posible para cambiar la situación local e intentar aconsejar al gobierno chino que mejorara", afirma Ng Kuok Cheong, partidario de la elección directa del jefe de gobierno y de los diputados locales.
"En aquel momento, intentamos mejorar paso a paso para que tal vez pudieran aceptar algunas acciones de la sociedad civil y dejar que Hong Kong y Macao tuvieran cierta libertad bajo su control", añade.
Pero las protestas en la vecina Hong Kong en 2019 acabaron silenciando estas voces críticas. "La gente en Hong Kong pensó que debía hacer más para desafiar al Gobierno central. Entonces, el Gobierno central empezó a reprimir a Hong Kong y, al mismo tiempo, también a Macao", explica Ng Kuok Cheong, que subraya que, a diferencia de Hong Kong, en Macao no se ha detenido a ningún activista.
Tras las protestas de Hong Kong, en Macao se aprobó una nueva ley de seguridad nacional, más restrictiva y con penas más severas. El servicio público de radio y televisión impuso restricciones a la información que emite. Esta semana, un portal de noticias online retiró un artículo sobre los preparativos de la visita del presidente chino, Xi Jinping.
"Puedo creer que la gente a partir de cierto punto, no digo que se autocensure, pero son cuidadosos", afirma Anabela Ritchie. "Son cuidadosos porque piensan que ciertas cosas han ido demasiado lejos en Hong Kong y la gente no quiere que eso ocurra en Macao".
"Un asunto serio"
Para Portugal, la entrega de Macao supuso el fin del imperio, pero ahora sin los traumas de la guerra y precedido de un proceso de negociación. En 1987, Portugal y China firmaron la Declaración Conjunta, un acuerdo para la devolución de Macao, que más tarde dio lugar a la Ley Fundamental, una especie de miniconstitución.
"Hoy, ese acuerdo está siendo claramente violado por China", afirma el abogado Jorge Menezes. "Así que hay un acuerdo entre Portugal y China, que está siendo violado por China. Es un asunto grave".
Menezes considera que el silencio de Portugal es una "falta de respeto a sus obligaciones con el pueblo de Macao", e incluso habla de "instrumentalización" por parte de Lisboa. "Portugal quiere que China haga inversiones directas en Portugal y para eso es importante fingir que todo va bien en Macao y mantener buenas relaciones con China".
Aún así, destaca las posiciones adoptadas por la Unión Europea, especialmente desde las mociones de la exeurodiputada Isabel Santos (Grupo de Socialistas y Demócratas). Pero hay diferentes opiniones sobre el respeto a la Declaración Conjunta. "En esencia, sí, se ha respetado todo lo acordado, hacemos lo posible por respetarlo", dice Anabela Ritchie, subrayando que ahora está fuera de la política.
"No es un proceso fácil porque normalmente los territorios avanzan hacia la independencia. Pero en nuestro caso, en Macao, fue la transición de un territorio administrado por un determinado país, a estar integrado en otro país. Era algo totalmente nuevo, nadie sabía a ciencia cierta cómo sería", concluye. Este aniversario marca el final de la primera mitad de un periodo de autonomía respecto a Pekín. Este verdadero experimento político continuará al menos otros 25 años, hasta 2049.