En las últimas semanas, los temores de una nueva guerra en el Líbano han crecido ante el aumento de los ataques israelíes y la muerte de presuntos miembros de Hezbolá. Entre la “presión con fuego” y el riesgo de una explosión inminente, surge la duda: ¿se avecina una confrontación abierta?
Once meses después de un frágil acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hezbolá, mediado por Estados Unidos y Francia el 27 de noviembre de 2024, los ataques israelíes no han cesado por completo, pero en las últimas semanas han experimentado una escalada sin precedentes en su frecuencia.
El domingo, una aeronave no tripulada israelí hizo blanco en un coche en la ciudad de Naqoura, en el sur del Líbano, matando a una persona, según el Ministerio de Sanidad libanés. Ayer, un ataque similar en la ciudad de Harouf causó un muerto y un herido, mientras que otro tuvo como objetivo una motocicleta en la ciudad de al-Qulaylah, en el distrito de Tiro.
Estas operaciones van acompañadas de intensos sobrevuelos de la aviación israelí sobre territorio libanés, especialmente en los cielos del sur, así como de barridos con ametralladoras hacia las afueras de las ciudades fronterizas, y frecuentes lanzamientos de bombas sónicas.
Las cifras de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (FINUL) indican que, desde el acuerdo de alto el fuego, Israel ha disparado unos 950 proyectiles contra territorio libanés, además de más de 100 ataques aéreos, entre noviembre pasado y mediados de octubre de 2025.
El balance de víctimas, según ha anunciado recientemente el Ministerio de Sanidad libanés, asciende a 274 muertos desde la entrada en vigor del acuerdo, 108 de ellos civiles o no combatientes, aunque esta cifra ha aumentado posteriormente debido a la escalada de los ataques israelíes.
Mensajes encendidos y declaraciones tajantes
En medio de las continuas incursiones israelíes, las declaraciones del primer ministro Benjamin Netanyahu aumentaron las tensiones, al afirmar tras el ataque que "Israel no necesita permiso de nadie para atacar objetivos en Gaza o el Líbano", y subrayar que su país "controla su seguridad y no tolerará ningún ataque contra ella".
En la misma línea, el enviado estadounidense Tom Barak elevó recientemente su retórica, advirtiendo de que "la reticencia de Beirut a confinar las armas en el Estado, puede incitar a Israel a actuar unilateralmente para llevar a cabo esta tarea", una referencia implícita a la posibilidad de una escalada si persiste el statu quo.
Reposicionamiento y preparativos sobre el terreno
Paralelamente a esta tensa retórica política, los informes de los servicios de inteligencia occidentales hablan de una mayor actividad de Hezbolá sobre el terreno. El 'Jerusalem Post' cita a funcionarios de inteligencia occidentales que afirman que Hezbolá ha intensificado recientemente sus operaciones de reconstrucción y se ha rearmado más rápidamente que la capacidad del Ejército libanés para controlar las armas, reforzando su arsenal de misiles y reclutando nuevos miembros, y estas actividades se concentran en la zona al norte del río Litani, que se supone desmilitarizada en virtud del acuerdo de alto el fuego.
Por otra parte, Israel no parece ser un espectador, ya que el Ejército israelí comenzó recientemente sus mayores ejercicios militares desde el ataque del 7 de octubre de 2023, con la participación de la 91ª División a lo largo de la frontera con el Líbano, para poner a prueba sus capacidades ofensivas y defensivas en previsión de cualquier posible enfrentamiento con Hezbolá. Según el diario hebreo 'Maariv', estos ejercicios pretenden simular escenarios de combate con múltiples frentes, incluidos disparos de cohetes e intentos de infiltración en Galilea, además de hacer frente a sorpresas inesperadas sobre el terreno.
¿Hay guerra en el horizonte?
A la luz de estos acontecimientos, aumentan los interrogantes sobre si estas tensiones preparan el camino para una nueva ronda de guerra o se mantienen en el marco de la presión mutua.
En este contexto, el escritor y analista político Hassan al Dar, en una entrevista concedida a 'Euronews', opina que "la intimidación y las amenazas han pasado a formar parte de la escena, pero la frecuencia de los mensajes dirigidos al Líbano ha aumentado claramente en los últimos tiempos, como parte de una presión mayor destinada a empujar a Beirut hacia negociaciones directas con Israel para concluir un acuerdo de seguridad antes de fin de año".
"Lo que Israel quiere es un acuerdo de seguridad con condiciones injustas, incluido el establecimiento de una zona tampón de entre tres y cinco kilómetros de profundidad y una zona desmilitarizada hasta el río Litani, con el Ejército libanés estacionado al norte de la misma sólo con armas ligeras", dijo, subrayando que "el Líbano rechaza esta propuesta y se atiene al acuerdo de cese de hostilidades firmado el pasado noviembre y al mecanismo de la ONU que garantiza su aplicación".
"La presión actual pretende suavizar la posición del Líbano y empujarlo hacia la concesión, pero la parte es hoy más fuerte que antes", dijo. "Esto no significa que la guerra esté completamente descartada, pero tampoco la hace inevitable. Estamos en la fase de negociar con fuego, ya que Israel está utilizando la escalada como medio de presión política y sobre el terreno".
En cuanto a la probabilidad de un enfrentamiento a gran escala, Al Dar dijo: "Es poco probable que estalle una guerra abierta antes de la visita del Papa al Líbano en diciembre, aunque la escalada continuará, mientras que el escenario después de la visita y el comienzo del nuevo año sigue sin estar claro."