Una especie desaparecida está regresando a las vastas praderas de Kazajistán, símbolo de una serie de esfuerzos por restaurar el patrimonio natural y cultural del país.
Los caballos han sido un elemento central de la identidad kazaja durante siglos. La vida nómada giraba en torno a ellos, con familias que seguían los pastos estacionales y cruzaban las vastas estepas.
El regreso del caballo de Przewalski —extinto en estado salvaje durante más de un siglo— supone un hito ecológico y cultural de gran relevancia. Ya se han reintroducido catorce caballos en la estepa de Kostanay, y se prevé crear una población autosuficiente para 2029.
Al mismo tiempo, Kazajistán está recuperando razas autóctonas como el resistente caballo Adai, lo que refuerza un patrimonio en el que el vínculo entre las personas y los caballos sigue siendo fundamental.