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Orbán amenaza con dinamitar las decisiones sobre Ucrania en la cumbre europea en Bruselas

Viktor Orba´n
Viktor Orba´n Derechos de autor AP
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Por Jorge LiboreiroAna Lázaro
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Este artículo se publicó originalmente en inglés

Los dirigentes de la Unión Europea se reúnen hoy en Bruselas en una cumbre de dos días en la que se definirá el futuro de la política del bloque respecto a Ucrania.

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Se espera que se tomen decisiones clave para la apertura formal de negociaciones de adhesión con el país, que está luchando una guerra, y la aprobación de un fondo especial de 50.000 millones de euros de ayuda a largo plazo, vinculado a una revisión más amplia del presupuesto común de la UE.

Las relaciones con otros países candidatos, como Moldavia, Georgia y Bosnia y Herzegovina, la guerra entre Israel y Hamás, la situación en la frontera entre Finlandia y Rusia, la migración, la seguridad y la defensa también figurarán en el apretado orden del día.

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, se ha erigido en el principal protagonista de la cumbre al montar una feroz campaña de oposición para impedir las conversaciones de adhesión con Ucrania y detener cualquier nuevo suministro de ayuda financiera y militar. Ambas decisiones requieren la unanimidad de los 27 Estados miembros, por lo que son vulnerables a los vetos nacionales.

La combativa campaña de Orbán se ha desarrollado a través de discursos públicos, campañas en vallas publicitarias, mensajes en redes sociales, entrevistas en periódicos y no una, sino dos cartas dirigidas personalmente al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

"Incluso cuando hay algunas diferencias o divergencias, es importante respetar a todos y ver cómo podemos construir una posición unida, porque somos fuertes cuando estamos unidos", dijo Michel el miércoles por la tarde.

"No es un secreto que este Consejo Europeo es difícil, pero no me rindo y trabajaremos mucho en las próximas horas. Y cuento con el sentido de la responsabilidad colectiva de todas las partes para hacernos más fuertes", añadió.

Entre sus numerosas quejas, el primer ministro húngaro ha criticado duramente la evaluación de la Comisión Europea sobre la preparación de Ucrania para ingresar en el bloque. Según el Ejecutivo comunitario, Kiev ha cumplido "plenamente" cuatro de las siete reformas necesarias para iniciar las negociaciones, y se está trabajando en los ámbitos de la lucha contra la corrupción, la desoligarquización y los derechos de las minorías.

Orbán ha calificado la evaluación de "infundada y mal preparada" y ha dicho que la eventual adhesión de Ucrania privaría a Hungría de miles de millones en fondos agrícolas y de cohesión. El húngaro ha propuesto una "asociación estratégica" con Ucrania como alternativa a la adhesión a la UE, aunque ésta tarde años en materializarse.

"La ampliación no es una cuestión teórica, es un proceso basado en méritos y jurídicamente detallado, que tiene condiciones previas", ha dicho a su llegada el jueves. "Si no se cumplen las condiciones previas, no hay posibilidad de iniciar las negociaciones", ha concluido.

"Tenemos que volver más adelante y retomar esa cuestión de nuevo cuando la cumplan los ucranianos", ha añadido.

El debate sobre la ampliación podría verse aún más obstaculizado por la petición de los "Amigos de los Balcanes Occidentales", que reclaman que Bosnia y Herzegovina reciba el mismo trato que Ucrania y la posibilidad de iniciar las conversaciones de adhesión.

Pero el llamamiento de la coalición, en la que participan Hungría, Austria y la República Checa, entre otros, ha sido recibido con escepticismo por los países del Norte y Occidente, que creen que Bosnia no está ni cerca de cumplir las reformas impuestas por la Comisión.

Una especie de lógica de bazar

Orbán también se ha mostrado contrario a la propuesta de Mecanismo para Ucrania, un programa de apoyo compuesto por 33.000 millones de euros en préstamos a bajo interés y 17.000 millones en subvenciones a fondo perdido, alegando que el dinero sería presa de la corrupción y resultaría imposible de rastrear.

El Orbáno propuso el jueves proporcionar ayuda a largo plazo a Ucrania fuera del marco regular del presupuesto de la UE, algo que eximiría a su país de contribuir. "El dinero para Ucrania a corto plazo ya está en el presupuesto (de la UE). Si queremos dar más dinero y a más largo plazo, tenemos que gestionarlo fuera del presupuesto (de la UE). Y nosotros lo apoyamos", ha dicho Orbán.

La letanía de quejas ha dejado a los diplomáticos en Bruselas preguntándose cómo cuadrar el círculo y evitar que el veto húngaro haga saltar por los aires la cumbre. Los funcionarios reconocen que hay que llegar a un acuerdo al final de la reunión, aunque las conversaciones tengan que prolongarse hasta el fin de semana.

La necesidad de reforzar el apoyo financiero del bloque a Ucrania se ha convertido en una prioridad "crucial", ya que la ayuda estadounidense se encuentra actualmente atascada en el Congreso de Estados Unidos sin resolución a la vista, ha apuntado Mark Rutte, primer ministro de los Países Bajos.

"Vamos a ver hasta dónde podemos llegar", ha dicho Rutte a la prensa en Bruselas. "Hasta ahora, siempre hemos sido capaces de llegar a decisiones unánimes, incluido Viktor Orbán".

La amenaza de veto de Orbán, sin embargo, no es el único escollo en el camino del Mecanismo para Ucrania: el plan de 50.000 millones de euros forma parte de una revisión de 100.000 millones del presupuesto plurianual del bloque que la Comisión ha propuesto para hacer frente a retos como la inmigración irregular, la tecnología punta y la subida de los tipos de interés.

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Bruselas quiere que los Estados miembros pongan sobre la mesa 66.000 millones de euros de nuevo fondos, una propuesta que la gran mayoría de las capitales ha rechazado categóricamente. En las conversaciones entre Jefes de Estado y de Gobierno se decidirá cuánto dinero se desembolsará y cuánto se redistribuirá de otros programas del actual presupuesto de la UE.

La negociación se anuncia intensa y díscola: países del sur como Italia y Grecia quieren preservar los fondos para migración, mientras que Estados de mentalidad frugal como Alemania, Países Bajos y Suecia exigen un presupuesto sólo para Ucrania.

El último compromiso habla de dinero nuevo por valor de entre 22.000 y 25.000 millones de euros, respaldado por redistribuciones y ahorros en otros ámbitos. Se espera que STEP, una plataforma de 10.000 millones de euros propuesta para financiar proyectos tecnológicos, se reduzca al mínimo.

Para complicar aún más las cosas a los líderes, las conversaciones sobre el presupuesto se producen en medio del temor a que Orbán intente un quid-pro-quo para asegurarse el pleno acceso a los fondos de cohesión y recuperación de Hungría, congelados el año pasado por persistentes problemas con el Estado de Derecho. La Comisión aprobó el miércoles la liberación de hasta 10.200 millones de euros en fondos de cohesión, dejando más de 20.000 millones firmemente bloqueados. Budapest ha pedido que se desbloquee todo el dinero.

"No quiero entrar en una especie de lógica de bazar en la que deberíamos intercambiar una cosa por otra. Se trata de la seguridad de Ucrania", ha dicho el primer ministro belga Alexander De Croo. "Tenemos que hacer todo lo posible para mantener la unidad y estoy convencido de que es posible si hay espíritus claros y buena voluntad en la mesa".

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En caso de que Orbán insista en esa vía, los diplomáticos ya preparan alternativas para construir un plan paralelo, respaldado por 26 Estados miembros, que proporcione ayuda financiera a Ucrania sin interrupciones. Kiev se enfrenta a un déficit presupuestario de unos 40.000 millones de euros en 2024 y a Bruselas, por ahora, sólo le queda un pago por hacer.

"Tenemos que llegar a algún tipo de acuerdo. Realmente no tenemos tiempo para aplazarlo o dejarlo para más adelante. Es sin duda una mala señal. Esperamos poder llegar a un acuerdo al menos sobre algunos de los elementos que están en juego", declaró la primera ministra estonia, Kaja Kallas, señalando que la atención debe seguir centrada en el "Plan A".

Preguntada por su opinión sobre las próximas negociaciones, Kallas ha dicho: "No soy optimista, no".

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