Francia se encuentra en medio de una tormenta política tras el reciente nombramiento de Michel Barnier como primer ministro por parte del Presidente Emmanuel Macron. Esta decisión ha desencadenado una ola de protestas en todo el país, reflejando las profundas divisiones políticas de Francia.
El presidente Macron, en un movimiento que ha sido calificado como un intento de consolidar su poder, designó a Barnier, un político conservador de 73 años, como el nuevo jefe de Gobierno, primer ministro en Francia.
Esta decisión ha sido interpretada por muchos, especialmente por la izquierda, como un rechazo a la voluntad del electorado expresada en las recientes elecciones legislativas.
Miles de manifestantes salieron a las calles en respuesta al llamamiento de los líderes de la izquierda, particularmente de Jean-Luc Mélenchon, líder del partido Francia Insumisa. Las autoridades esperaban decenas de miles de manifestantes en todo el país, con concentraciones en más de 150 puntos, incluyendo una manifestación significativa en la Plaza de la Bastilla en París.
Barnier enfrenta un desafío monumental al asumir el cargo. Debe formar un Gobierno capaz de navegar por una Asamblea Nacional fracturada, donde el espectro político está profundamente dividido entre la extrema izquierda, la extrema derecha y el debilitado bloque centrista de Macron.
Críticas y controversias por la elección de Barnier
La designación de Barnier ha sido objeto de críticas inmediatas. Su historial político, que incluye un voto en contra de la despenalización de la homosexualidad en 1981, ha sido rápidamente señalado por los medios y opositores. Esto contrasta marcadamente con su predecesor, Gabriel Attal, quien fue el primer primer ministro abiertamente gay de Francia.
Numerosos críticos argumentan que la decisión de apostar por Barnier contradice la promesa original de Macron de romper con el antiguo orden político, y ahora se encuentra luchando contra la inestabilidad que una vez prometió superar.
Mientras Barnier comienza a formar su gabinete y se compromete a escuchar las preocupaciones públicas, especialmente sobre los servicios públicos de Francia, la agitación en las calles podría determinar el futuro de su Gobierno.