Los adolescentes que habían estado expuestos a niveles más altos de PFAS antes de nacer tenían más probabilidades de sufrir hipertensión, según un nuevo estudio.
Las sustancias químicas eternas pueden estar pasando factura a nuestra salud incluso antes de que nazcamos, según sugiere una nueva investigación. Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) son un grupo de sustancias químicas utilizadas en productos cotidianos como los envases de alimentos y los utensilios de cocina antiadherentes. Se conocen como sustancias químicas eternas porque no se degradan fácilmente y pueden acumularse en el medio ambiente y en nuestro organismo.
Los científicos han detectado PFAS en la sangre, la leche materna, el semen, el hígado e incluso el cerebro de las personas. Sospechan que estas sustancias químicas son perjudiciales para la salud humana, y hay estudios que las relacionan, entre otras cosas, con el aumento del colesterol, algunos tipos de cáncer y problemas de fertilidad.
La nueva investigación añade otra complicación a esa lista: la hipertensión durante la adolescencia. El análisis realizó un seguimiento de más de 1.000 niños en EE.UU.. Se utilizó plasma materno recogido poco después de que nacieran para identificar su nivel de exposición prenatal a PFAS, y se cotejó con los registros médicos hasta que cumplieron 18 años.
Según el estudio, publicado en la revista 'Journal of the American Heart Association', la exposición prenatal a PFAS se relacionó con un mayor riesgo de padecer hipertensión más adelante en la infancia, sobre todo en la adolescencia.
Los resultados indican que estas sustancias químicas eternas "pueden tener efectos duraderos y potencialmente nocivos que sólo se manifiestan años después del nacimiento", declaró en un comunicado Zeyu Li, autora principal del estudio e investigadora de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.).
Según el estudio, el riesgo de presión arterial elevada era aún mayor en los niños varones y negros con niveles más elevados de PFAS al nacer. Para sorpresa de los investigadores, un puñado de sustancias químicas para siempre se relacionaron en realidad con una presión arterial diastólica, o número inferior, más baja en la primera infancia, aunque eso cambió cuando entraron en la adolescencia.
Es difícil evaluar el impacto de las sustancias químicas eternas
Las pruebas sobre los efectos de los PFAS en la salud han sido contradictorias hasta ahora. Aunque los investigadores creen que estas sustancias químicas plantean riesgos, es difícil precisar su impacto exacto porque hay miles de PFAS que podrían interactuar de diferentes maneras, y porque la exposición de las personas cambia con el tiempo.
Aun así, Li afirmó que el último estudio subraya la necesidad de que los investigadores hagan un seguimiento de la salud de las personas y de sus niveles de PFAS durante un largo periodo de tiempo, desde la primera infancia hasta la adolescencia y más allá.
Por su parte, Mingyu Zhang, autor principal del estudio y profesor adjunto de la Facultad de Medicina de Harvard, afirmó que es necesario reforzar la protección medioambiental para proteger a las personas de los PFAS, ya que son tan omnipresentes que no pueden limitar significativamente su exposición por sí mismos.
Esto podría incluir la eliminación progresiva de las sustancias químicas eternas de los productos de consumo y en entornos industriales, dijo, así como una mejor vigilancia y límites de PFAS en los sistemas de agua. "No es algo que los individuos puedan resolver por sí solos", dijo Zhang.