En Marienfelde, al suroeste de Berlín, el Jardín de los Monjes cultiva cerca de 200 variedades de hierbas y plantas poco comunes que antaño utilizaban los monasterios. Su fundador, Martin Rötzel, organiza cenas, talleres y seminarios para recuperar conocimientos ancestrales.
Aunque la mayoría de nosotros pensamos que el perejil, la albahaca y el romero son sólo hierbas aromáticas, este enorme vivero cerca de Berlín quiere mostrar a la gente las tradiciones olvidadas en la era de la comida producida en masa. Enclavado en Marienfelde, un suburbio del suroeste de Berlín, el Jardín del Monje alberga casi 200 tipos de hierbas, hojas y árboles poco comunes.
Desde numerosas variedades de menta, orégano y cilantro hasta espinacas neozelandesas y comino negro sirio, las plantas que alberga habrían sido familiares a los monjes de los monasterios, pero hoy muchas de ellas rara vez se encuentran en un supermercado normal en Alemania.
Martin Rötzel, propietario del Jardín de los Monjes, teme que muchos de estos conocimientos se hayan perdido, sobre todo a medida que la producción de alimentos se ha ido industrializando, y espera que su jardín sirva para que la gente conozca mejor las plantas. "En algún momento se perdieron los conocimientos", explica Rötzel. "Hoy en día, el 99% de la gente no sabe ni el nombre de una planta", añade.
Rötzel organiza cenas de sobremesa preparadas por un chef de alta cocina, talleres y seminarios en los que la gente puede probar y aprender sobre plantas comestibles y medicinales.
"Intentamos facilitar el acceso a estos conocimientos ancestrales a través de formatos como éste, Reficio (la experiencia gastronómica), porque básicamente se puede explicar mucho a la gente, pero si no lo prueban, si no lo degustan y si no saben cómo prepararlo de una forma deliciosa, no lo seguirán de todas formas", dijo Rötzel.
Visitantes curiosos
De niño siempre le interesaron las plantas y las hierbas. Cuando cayó enfermo hace 13 años, profundizó en su conocimiento de las hierbas y preparó tés que, según él, le ayudaron a recuperar la salud.
Empezó a coleccionar plantas raras y a propagarlas en un jardín que tenía asignado. Ahora es propietario de un jardín antiguo de 2.000 metros cuadrados y de un jardín medicinal monástico junto a una iglesia de la capital alemana, reflejo de los que se cultivaban en la Edad Media para obtener plantas con fines alimenticios y curativos. Ambos reflejan los santuarios verdes que antaño cultivaban los monjes para alimentar y curar a sus comunidades.
Los visitantes curiosos vienen aquí a aprender más sobre las plantas. También pueden aprender a ser "un poco más aventureros a la hora de preparar la comida, en cuanto a productos, no depender siempre de la pimienta, la sal y el pimentón, sino también utilizar algo verde y fresco, y quizá plantar algo en el jardín", dice Britta Rosenthal, huésped del Jardín de los Monjes.
Otra invitada, Angela Merscher-Harms, dijo que la visita ya le había dado que pensar. "Soy enfermera, así que naturalmente me parece muy interesante y emocionante aprender lo que se puede curar y conseguir con la naturaleza en lugar de con la medicina", dijo Merscher-Harms, invitada al Jardín de los Monjes.
"También tengo la suerte de que mi marido es un chef aficionado con talento. Y, por supuesto, espero que aprenda aquí algunos trucos y consejos para cocinar cosas aún más deliciosas para mí".