Investigadores escanearon los cerebros de aficionados al fútbol para ver qué ocurre cuando su equipo favorito gana o pierde, esto es lo que encontraron.
¿Has visto alguna vez a un aficionado al fútbol enloquecer cuando su equipo gana o pierde un gran partido? A menudo dicen que está fuera de su control, que su amor por el deporte rey se impone y les hace actuar de forma irracional.
Aunque pueda parecer improbable que personas adultas pierdan la cabeza por un deporte que hasta los niños practican, un nuevo estudio neurológico podría darles la razón, en cierta medida.
El estudio, publicado el martes en la revista 'Radiology', concluye que se activan áreas concretas del cerebro cuando los aficionados ven jugar a su equipo, lo que desencadena emociones y comportamientos positivos y negativos.
Investigadores universitarios chilenos emplearon la resonancia magnética funcional, una técnica que mide la actividad cerebral detectando cambios en el flujo sanguíneo, para estudiar a 60 hombres aficionados al fútbol en Chile.
Clasificaron a los seguidores como espectadores, aficionados o fanáticos según la intensidad de su pasión por el deporte, y analizaron su actividad cerebral mientras veían secuencias de goles de partidos que implicaban a su equipo favorito, a un equipo rival o a un equipo neutral.
El fanatismo se cuantificó mediante la 'Football Supporters Fanaticism Scale', basada en 13 ítems, entre ellos inclinación a la violencia y sentido de pertenencia. A quienes se consideró fanáticos se les atribuyó una identificación extrema con su equipo, de modo que el éxito de este afectaba de forma significativa a su identidad personal.
Ganar es como una droga, perder puede suprimir el autocontrol
Las resonancias magnéticas funcionales revelaron que cuando el equipo favorito de un aficionado marca contra sus rivales, se activan regiones del sistema de recompensa del cerebro, típicamente asociadas a la comida, el sexo y las drogas adictivas.
En cambio, cuando el equipo de un aficionado sufría una derrota significativa a manos de un rival, se activaba la red de mentalización del cerebro, implicada en la percepción, y se reducía la actividad en la corteza cingulada anterior dorsal (dACC), una región implicada en la monitorización del conflicto y el control emocional.
"La rivalidad reconfigura con rapidez el equilibrio entre valoración y control del cerebro en cuestión de segundos", dijo el autor principal, Francisco Zamorano, profesor asociado en la Universidad San Sebastián en Santiago de Chile.
Esto significa que las regiones del sistema de recompensa se disparan cuando los equipos de los participantes marcan contra rivales, en comparación con el mismo rendimiento frente a equipos no rivales.
Zamorano señaló que el efecto es más intenso en las personas muy fanáticas. Pueden tener más dificultades para regular sus emociones cuando perciben amenazada su identidad, lo que ayudaría a explicar por qué personas en principio racionales pueden parecer totalmente distintas durante los partidos.
Según los investigadores, estos mecanismos cerebrales no se limitan al fanatismo futbolístico, también se reproducen en otros tipos de fanatismo, de la religión a la política. Zamorano citó como ejemplo el asalto al Capitolio de Estados Unidos del seis de enero de 2021, que, dijo, muestra cómo el fanatismo político puede imponerse a las normas democráticas cuando un grupo con identidad compartida es lo bastante numeroso.
"Los participantes mostraron signos clásicos de un control cognitivo comprometido, exactamente lo que nuestro estudio halló en la reducción de la activación de la dACC", dijo Zamorano. La buena noticia es que muchos de nuestros circuitos cerebrales se forjan en la primera etapa de la vida, lo que implica que hay formas de impedir que estas reacciones deriven en daños irreversibles en la edad adulta.
"La calidad del cuidado, la exposición al estrés y el aprendizaje social moldean el equilibrio entre valoración y control que después hace a las personas vulnerables a los llamamientos fanáticos", dijo Zamorano. "Por tanto, proteger la infancia es la estrategia de prevención más poderosa".