Los participantes del estudio que comían al menos dos lonchas diarias de queso graso tuvieron un 13% menos de riesgo de demencia y un 29% menos de demencia vascular.
Comer queso y nata con alto contenido en grasa podría estar relacionado con un menor riesgo de desarrollar demencia, según un estudio a largo plazo realizado en Suecia. La investigación, publicada en la revista 'Neurology', sugiere que quienes consumían con regularidad lácteos ricos en grasa como cheddar, brie, gouda y nata entera tenían menos probabilidades de desarrollar demencia tras varias décadas de seguimiento que quienes apenas los tomaban o no los consumían.
El estudio siguió a 27.670 adultos en Suecia, con una edad media de 58 años al incorporarse a la investigación. Se les siguió durante unos 25 años, periodo en el que se diagnosticó demencia a 3.208 personas.
Al inicio del estudio, los participantes anotaron durante una semana todo lo que comían, respondieron cuestionarios detallados sobre su dieta en años previos y comentaron con los investigadores sus métodos de preparación de alimentos.
Resultados del estudio
Los investigadores observaron que quienes tomaban al menos 50 gramos diarios de queso graso, aproximadamente dos lonchas de cheddar, tenían menos riesgo de desarrollar demencia que quienes consumían menos de 15 gramos al día.
Se consideraron quesos grasos los que contenían más del 20 por ciento de grasa, mientras que la nata con alto contenido graso suele contener entre 30 y 40 por ciento de grasa.
Tras ajustar por factores como la edad, el sexo, el nivel educativo y la calidad global de la dieta, un mayor consumo de queso se asoció a un 13 por ciento menos de riesgo de demencia.
"Al analizar tipos concretos de demencia, observamos un 29 por ciento menos de riesgo de demencia vascular en las personas que comían más queso graso", explicó Emily Sonestedt, epidemióloga nutricional en 'Lund University' en Suecia y autora principal del estudio. "También vimos un menor riesgo de la enfermedad de Alzheimer, pero solo entre quienes no portaban la variante del gen APOE e4, un factor de riesgo genético".
El consumo diario de nata con alto contenido graso también se asoció a un menor riesgo de demencia. Quienes tomaban al menos 20 gramos al día, alrededor de una o dos cucharadas, presentaban un 16 por ciento menos de riesgo que quienes no tomaban nada.
No todos los lácteos mostraron beneficios
Las asociaciones no se extendieron a todos los lácteos. "Aunque el queso y la nata más grasos se asociaron a un menor riesgo de demencia, otros lácteos y las alternativas bajas en grasa no mostraron el mismo efecto. Por tanto, no todos los productos lácteos son iguales en términos de salud cerebral", señaló Sonestedt.
Limitaciones del estudio
Pese a estos hallazgos, los expertos advierten que el estudio no demuestra un vínculo causal entre los lácteos ricos en grasa y la reducción del riesgo de demencia. El doctor Richard Oakley, de la Alzheimer’s Society, subrayó que factores de estilo de vida como la actividad física, una dieta equilibrada, dejar de fumar y moderar el consumo de alcohol desempeñan un papel mucho más importante.
"Esta investigación no demuestra que comer más lácteos ricos en grasa, como queso o nata, reduzca nuestro riesgo de desarrollar demencia. Las pruebas indican que dejar de fumar, mantenerse físicamente activo, seguir una dieta sana y equilibrada, controlar las enfermedades crónicas y beber menos alcohol influyen mucho más en la reducción del riesgo de demencia que centrarse en un solo alimento", afirmó.
Factores clave para la salud cerebral
La profesora Tara Spires-Jones, directora del Centre for Discovery Brain Sciences de Edimburgo, señaló otra limitación, el estudio midió la dieta de los participantes una sola vez, 25 años antes de analizar los diagnósticos de demencia.
"Es muy probable que la dieta y otros factores del estilo de vida cambiaran en esos 25 años", dijo, añadiendo que el estilo de vida en su conjunto sigue siendo clave para la salud cerebral.
"Hay pruebas sólidas en el conjunto del campo que indican que una dieta saludable, el ejercicio regular y las actividades cognitivamente estimulantes pueden reforzar la resiliencia del cerebro. No hay pruebas sólidas de que un alimento por sí solo proteja frente a la demencia", añadió la investigadora Spires-Jones.