Corvo, la pequeña isla de las Azores donde el coronavirus no existe

Corvo, la pequeña isla de las Azores donde el coronavirus no existe
Derechos de autor PATRICIA DE MELO MOREIRA/AFP
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Por Euronews en español
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Aunque sus ciudadanos cumplen con las normas exigidas por las autoridades portuguesas, no existen casos de COVID-19.

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Corvo es la isla más pequeña de las Azores. Un hecho que suele reportarle numerosas desventajas, pero que en estos tiempos de pandemia se ha convertido en un ventaja. Situada a cientos de kilómetros del continente europeo, la isla ha salido indemne de la pandemia.

"La vida en Corvo es tranquila. Vivimos bien. No hay estrés. El estrés no existe aquí", nos cuenta Fernando Camara, guía turístico.

Sin turistas en la isla, Fernando tiene poco trabajo estos días, así que se dedica a llevar a los estudiantes de secundaria de excursión al cráter del volcán que domina la isla.

"En este momento, Corvo es el paraíso. Es un lugar único en el mundo", revela Carla, profesora. "Sólo hemos tenido un caso de COVID en la isla, que vino de fuera, del continente, y fue detectado. Hemos seguido viviendo con normalidad, siguiendo las normas dictadas por el ministerio de Sanidad".

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En Corvo no ha habido grupos prioritarios. Las autoridades sanitarias querían vacunar a toda la población a la vez. Y la explicación es sencilla: "Sólo tenemos una panadería o una farmacia, por poner ejemplos, así que la gente se cruza inevitablemente en los mismos lugares todos los días", explica el alcalde, José Manuel Silva.

Como en el resto del país, la vacuna es voluntaria, pero la adhesión fue casi total. En el pabellón deportivo, convertido en centro de vacunación de COVID-19, acompañamos a Fernando a recibir su segunda dosis de la vacuna. Allí Antonio Salgado, médico en la isla, nos explica como "la gente de Corvo ha vivido la ausencia de pandemia como una especie de compensación por su aislamiento, su dura vida y otros problemas aquí existentes".

La vida en la pequeña isla sigue como siempre. Los restaurantes, las tiendas y las escuelas están abiertos y sólo las mascarillas y la ausencia casi total de turismo señalan que, al otro lado del mar, algo está pasando.

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