Con miles de edificios destruidos y hospitales desbordados, trabajadores de la salud butaneses y médicos rusos están tratando a cientos de personas heridas en centros improvisados.
Más de 3.000 personas han sido confirmadas muertas tras el terremoto de magnitud 7,7 en Myanmar, con 4.715 heridas y 341 aún desaparecidas, según el Gobierno liderado por militares. Los medios locales sugieren que la cifra real podría ser mucho mayor con las carreteras deformadas, los puentes colapsados y los equipos de rescate aún excavando entre los escombros casi una semana después de la catástrofe.