Una comitiva escoltó su féretro hasta la basílica de Santa María la Mayor, donde ha sido enterrado en privado. Miles de personas se congregaron a lo largo de los 5 kilómetros de recorrido para honrar a un Papa que insistió en ser recordado como un simple sacerdote, no como un líder mundano.
En una ruptura con la tradición reciente, Francisco eligió una modesta tumba subterránea, marcada únicamente con su nombre en latín, Franciscus. Cuarenta invitados especiales, entre ellos inmigrantes, personas sin hogar, presos y transexuales, presentaron sus últimos respetos.