Charlie Gard solo tiene 10 meses y padece una extraña enfermedad terminal que no le permite ver, oír, moverse, llorar ni tragar sin la asistencia de una máquina.
Sus padres, en una lucha contrarreloj, quieren ir a Estados Unidos para someter al pequeño a un tratamiento experimental, aunque el Tribunal Supremo británico dio la razón a los médicos, partidarios de desconectar al bebé.
Christopher y Constance Gard recurrieron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que acabó respaldando a la Justicia británica. La historia ha llegado a oídos del presidente de Estados Unidos, que se ha ofrecido a ayudar en un mensaje en Twitter. También ha llegado hasta el Vaticano, donde el papa Francisco ha pedido que se permita a los padres acompañar y tratar al pequeño hasta el final.