Lieja, un día después del ataque

No es la primera vez que esta ciudad belga es golpeada por el terrorismo. En 2011, un hombre abrió fuego indiscriminadamente matando a seis personas.
La Fiscalía federal ya ha confirmado que el ataque de este martes será investigado como "asesinatos terroristas", ya que el atacante gritó varias veces "Alá es grande".
Benjamin Herman, de nacionalidad belga, acuchilló por la espalda a dos agentes de policía, las remató con sus pistolas reglamentarias en el suelo y luego disparó contra un coche matando a un joven de 22 años.
Una mujer que trabaja en el barrio fue al colegio con una de las policías asesinadas, Lucille García: "Lucile era una mujer muy sonriente que también había tenido tristezas en la vida, había tenido muchos problemas. Pero era una luchadora. Ella sonreía y era muy luminosa. Tuve un presentimiento ese día y la envié un mensaje en el messenger. Ella no me respondió y me dije: Ha sido a ella".
La otra policía asesinada fue Soraya Belkacem, madre de dos gemelas de 13 años cuyo padre, también agente de policía, murió cuando eran pequeñas.
El colegio donde dispararon al terrorista permanece cerrado, pero el café de enfrente donde ocurrieron los ataques se ha llenado de flores. Nadie se explica por qué unos asesinatos tan terribles.
"Estamos sorprendidos de que haya ocurrido en este barrio. Claro que el ataque no lo cometió nadie del vecindario. Fue un marginado que no debía haber sido puesto en libertad", decía un hombre.
"Es triste ver historias como esta. No lo entiendo", se lamentaba una joven.
En el Ayuntamiento de Lieja se ha colocado un libro de condolencias.
El alcalde, Willy Demeyer, asegura que los ciudadanos deben estar unidos.
"Vemos a la gente conmocionada, sentimos su solidaridad y también sus interrogantes sobre la situación del atacante. La investigación en curso de la Fiscalía ayudará a obtener respuestas a esas cuestiones".