El infierno de la peligrosa ruta migratoria de los Alpes

El infierno de la peligrosa ruta migratoria de los Alpes
Por Valérie Gauriat
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Las personas que tratan de llegar ilegalmente a Francia desde Italia se enfrentan a un incremento de los despliegues policiales y la presencia de un grupo xenofobo que pretende bloquear las fronteras

Desde el verano de 2017, el flujo de inmigrantes que utilizan la ruta franco-italiana de los Alpes para entrar en Francia ha crecido de forma continuada. Más de 2000 personas han sido registradas en la frontera. Hace unas semanas, varios activistas del grupo xenófobo “Generacion Identitaria” se desplegaron en Col de l’Échelle, a unos 25 kilómetros de Briançon, para bloquear el camino a los migrantes. Se han erigido como garantes de la “identidad europea”, contra la “islamización y la “africanización”.

La misión, que han bautizado como “Defender Europa”, pretende lograr la publicidad suficiente para que los Gobiernos actúen con mayor vehemencia contra la inmigración. Ataviados con llamativos abrigos azules, han colocado vallas para cortar el paso a los inmigrantes y utilizan helicópteros para vigilar el paso de personas a través de la frontera.

La nieve y la orografía hacen de esta una ruta migratoria especialmente peligrosa, y las recientes tensiones en la frontera complican aún más el paso a quienes buscan una vida mejor en Europa. El pasado 23 de abril la policía entró por primera vez en el "Refugio Solidaridad" de Briançon, que ayuda a los recién llegados, en una operación con un fuerte dispositivo para identificar a los inmigantes.

En Euronews nos hemos acercado a la frontera para conocer a que se enfrentan quienes la cruzan.

Claviere es un pueblecito de los Alpes italianos, conocido en invierno por los amantes del esquí. Pero estamos en Primavera y hoy se vive aquí un inusual despliegue policial. A unos cientos de metros al otro lado de la frontera, varias decenas de personas se han dado cita a las puertas de Montgenèvre, en Francia. Franceses e italianos manifiestan su ira ante la comisaría de la frontera. "Una mujer ha muerto", cuenta uno de los presentes. "Blessing fue encontrada el miércoles cerca de la presa de Presle en el Durance, el río que cruza Briançon. Era una mujer negra indocumentada, nadie ha denunciado su desaparición".

"No queremos que después del cementerio en el que se ha convertido el Mediterráneo, cruzar esta frontera se transforme en otro obstáculo mortal para los exiliados que desean venir a Francia", reclama Benoit Ducos, guía de montaña. Los montañeses ayudan a menudo y so pena de acciones legales, a quienes afrontan el peligro en la montaña para intentar llegar a la región de Briançon. "Hemos evitado muchos accidentes", asegura Benoit. "Ahora, al acabar el invierno, nos damos cuenta de que no sólo son la nieve y el hielo los que causan problemas, sino más bien la presencia policial y militar, que se ha reforzado en esta frontera. Lo cual obliga a los exiliados a desviarse cada vez más por otros caminos y a correr riesgos para llegar a Francia".

La muerte de la joven, una nigeriana de 20 años, está siendo investigada. Pero los manifestantes dicen que, según los testimonios de sus compañeros de infortunio, murió como consecuencia de una persecución policial. "Es un homicidio, con mandatarios y cómplices bien identificados. Para empezar los gobiernos, y sus políticas de cierre de fronteras. Y cada hombre y mi mujer que les apoyan. Gendarmes, policías del aire y las fronteras, cazadores alpinos y ahora esos ridículos neo-fascistas de 'Génération Identitaire' que patrullan por los caminos y las carreteras a la caza de los inmigrantes".

Durante casi dos años, más de 3.000 personas se han enfrentado a las montañas para venir a buscar asilo en Francia. Las autoridades han enviado refuerzos a esta región de los Alpes tras la espectacular operación de la ultraderecha europea el pasado mes de abril, exigiendo el cierre de la zona.

Los activistas del grupo 'Génération Identitaire' afirman que reemplazan a la policía, patrullando por la zona, en busca de emigrantes. Aymeric Courtet, su portavoz, nos explica: "llevamos a cabo misiones de vigilancia en la frontera. Y también estamos llevando a cabo una encuesta entre la población que nos apoya masivamente, con el fin de recopilar información sobre las redes de traficantes y los lugares por donde pasan los emigrantes; con el fin de poder transmitir esta información a la policía". Y se felicita de que durante 15 días han detenido a una veintena. "Somos ciudadanos vigilantes. Queremos defender a nuestro pueblo, defender a los europeos. Si el Estado ha decidido abandonar a su gente, nosotros estamos aquí, por los europeos y la defensa de nuestra identidad".

De vuelta en Claviere, en Italia, visitamos el refugio que es uno de los puntos de salida de quienes quieren intentar llegar a Francia. Un grupo de voluntarios franceses e italianos acogen aquí a los candidatos a la travesía, procedentes de toda Italia, mientras estos recuperan fuerzas, antes de proseguir con su viaje. Son pasibles de sanciones por ello, pero denuncian prácticas policiales, ilegales. "Normalmente, cualquier demandante de asilo debería poder ir a una frontera sin documentos y decir que necesita protección", defiende uno de los militantes. "Mientras que lo que sucede es que si esas personas intentan pasar normalmente, en autobús, etcétera, son conducidas de nuevo a la frontera, así que no les queda más remedio que afrontar senderos de montaña, muy peligrosos, para evitar ser reconducidas a Italia".

En la ciudad de Briançon, a unos quince kilómetros de distancia, encuentran sitio para darse un respiro en el Refugio Solidario, el principal punto de encuentro. "Por la carretera no se puede. Hay que tomar los senderos que están arriba, para poder esconderse", cuenta, exhausto, uno de los recién llegados. Después de haber recuperado fuerzas, la mayoría de los que se encuentran aquí solicitarán asilo en otras ciudades de Francia. La actividad en el refugio es constante. Anne, Voluntaria en el Refugio Solidario, nos explica en qué consiste su labor: "Acogemos a los recién llegados, vamos al hospital, nos encargamos del transporte, los billetes de tren, nos ponemos en contacto con la gente que conocen si tienen un lugar al que ir. Necesitan que les tranquilicemos. Tienen mucho miedo de que les detengan en cualquier parte. Aunque tengan derecho a pedir asilo en Francia, esto también se ha vuelto mucho más difícil. Están cada vez más preocupados y no podemos garantizarles nada".

En principio el Refugio Solidario se concibió para una veintena de personas, pero acoge regularmente a cerca de un centenar. Joel, uno de los funcionarios del refugio, protesta contra la ausencia de centros de acogida temprana en Francia para aquellos que aún no han podido presentar sus solicitudes de asilo. "No le corresponde a la policía decir si su solicitud de asilo es legítima. Existe un organismo llamado OFPRA, la Oficina Francesa de Refugiados y Apátridas, que se supone que se ocupa de estos casos, los investiga y da su veredicto. Mientras tanto, debería haber una política de acogida para los recién llegados en Francia. Y es este trabajo que el Estado no hace y que estamos haciendo nosotros".

Nos acercamos a un instituto de Briançon, donde conocemos a Movado. Llegó hace un año y medio y aquí sigue una capacitación para trabajar en la construcción. El joven guineano fue rescatado cuando atravesaba los Alpes, y en cuanto llegó una pareja de la región se ocupó de él. Vive con ellos en un pueblecito, a unos veinte kilómetros de Briançon. Yves y Fanfan también albergan a otros tres jóvenes, entre ellos Fousseini, de Malí. El desierto del Sahara, las prisiones libias, la travesía del Mediterráneo… todos han conocido el infierno aunque el apoyo de la pareja no disipa su ansiedad.

A sus 19 años, Movado sueña con ser fontanero y establecerse en Francia a largo plazo. Una esperanza que permanece en el aire, hasta que obtenga el estatuto de refugiado. "De momento no me siento libre, porque estoy aquí y no tengo mis papeles. No paro de darle vueltas. Pienso mucho en eso, pero aún así lo espero. Todo va a ir bien, poco a poco, paso a paso".

"Creo que lo más importante es que están ganando confianza", asegura Fanfan. Y si son más fuertes, tal vez tendrán mejores oportunidades. Es todo lo que podemos decir". Yves cree que la solidaridad de la gente de la montaña "queda en algo anecdótico en comparación con las dificultades con las que los poderes públicos tratan este asunto. Así que estamos bastante enfadados, de todos modos".

Una ira mezclada de tristeza y compartida la noche siguiente por unas decenas de habitantes del valle. Llegan aquí para rendir un último homenaje a la joven nigeriana encontrada muerta en este río.

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