Los cruceristas estadounidenses invaden La Habana

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Por Euronews
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Enormes cruceros llenos de turistas estadounidenses están ayudando a reflotar el turismo en Cuba tras meses muy difíciles debido a los huracanes y al efecto Trump.

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Gigantescos cruceros, llenos de estadounidenses, están contribuyendo a reflotar el turismo en Cuba. Para la isla caribeña, esta fuente de ingresos que llega del norte es un bálsamo, después de un año muy difícil marcado por los efectos de huracanes como Irma y, sobre todo, por la reimposición de sanciones por parte de Estados Unidos.

El efecto Trump provocó que el turismo se desplomara en Cuba un 24 % en el primer semestre del año.

"Este año el turismo ha estado muy malo. He podido vivir monetariamente gracias a los barcos americanos", cuenta Ana Ivis, una joven que se gana la vida sacándose fotos con los turistas.

Ana Yvis se gana la vida sacándose fotos con los turistas con una paloma en la cabeza

En La Habana, la mejora se deja sentir. Los cruceristas estadounidenses pueblan el corazón de la capital. Su cifra se ha duplicado respecto a 2017.

"Se siente en las calles, si caminas por la Habana Vieja. La terminal de cruceros está llena. Nunca he visto tarifas aéreas tan altas. Obviamente, la demanda está superando la oferta. Las cosas van bien". afirma Collin Laverty, responsable de la empresa Cuban Educational Travel. 

Turismo que contrarresta el efecto Trump pero aporta poco dinero

El problema de este tipo de turismo es que es mucho menos rentable. Llegan, se pasean, se sacan unas fotos y vuelven al barco.

"Los que vienen en barcos es un turismo pobre, que tienen todo incluido y vienen sin dinero a La Habana, a pasear", se lamenta Pedro Pablo que, vestido al viejo estilo cubano y con el puro en la mano también vive de las fotos turísticas.

Lo curioso es el caso omiso que hacen estos visitantes a las restricciones de Washington, que solo permiten a los estadounideenses viajar a la isla por actividades no turísticas, como viajes culturales, educativos o familiares.

El sector turístico alimenta a miles de pequeños negocios privados, como restaurantes y habitaciones de huéspedes, pero también aporta ingresos vitales al Gobierno cubano, propietario de la mayoría de los hoteles, que no sacan nada de este boom de los cruceros.

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