Asha Ismail, víctima de mutilación genital: "Jamás olvidaré ese dolor, se queda para siempre"

Asha Ismail, víctima de mutilación genital: "Jamás olvidaré ese dolor, se queda para siempre"
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Por Laura Llach
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En el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital, Euronews habla con Asha Ismail, víctima y activista en la organización Save a Girl Save a Generation.

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A los cinco años, Asha Ismail se preparaba para el día de su “gran fiesta”. Así se lo hicieron ver en casa, aunque no le dijeron exactamente qué iba a pasar. Su madre la llevó a casa de su abuela, en una pequeña ciudad llamada Moyale, en la frontera entre Kenya y Etiopía.

Esa mañana se levantó nerviosa y fue a despertar a su madre: “¡Despierta, despierta que ha llegado el gran día!”. Su madre le dijo que fuese a comprar las cuchillas en una tienda que estaba enfrente de casa. Al volver ya estaba todo preparado.

Aunque era muy pequeña recuerda casi todos los detalles. Junto a su madre y su abuela había una mujer que no conocía, ella era la que se iba a encargar de cortar. Su abuela le sujetó las piernas y los brazos mientras comenzaba la ‘ceremonia’ de mutilación. Le cortaron el clítoris, los labios mayores y los labios menores, luego lo cosieron todo, dejando solo un pequeño agujero para asegurar su virginidad.

“Jamás olvidaré ese dolor, eso es algo que se queda para siempre”, cuenta Asha a Euronews. Lo que sufrió se conoce como infibulación y es una de las formas de mutilación femenina más brutales. “No es solo el dolor, tu vida cambia para siempre, las consecuencias emocionales se quedan toda la vida”, añade.

No es solo el dolor, tu vida cambia para siempre, las consecuencias emocionales se quedan toda la vida
Asha Ismail
Víctima de mutilación genital y activista

Su historia, dura y directa, le ha llevado a fundar su propia ONG ‘Save a Girl Save a Generation’ con la que lucha para erradicar esta práctica y educar a las familias. “Es algo que está muy arraigado en la tradición, cada etnia lo ha metido dentro de su cultura, con lo cual, es muy difícil convencerles de que algo que han conocido toda su vida tiene que acabar. Especialmente cuando te aseguran que, tanto ellas como sus madres, han pasado por eso y están bien”, nos explica.

“Esto es porque nunca se han parado a pensar en lo que sufrieron y en lo que sintieron cuando tuvieron la primera relación sexual o les bajó la primera regla”, añade. Desde su organización intentan derribar las creencias preestablecidas de las comunidades ya que, según nos cuenta, hay tres factores importantes involucrados en esta práctica.

El primero es el religioso, lo practican todas las religiones en Kenia y en el resto de países africanos. El segundo es el económico, la familia aplica la mutilación genital para asegurar la virginidad de la niña y poder recibir así una dote. Y el tercer factor es político, no les interesa meterse con una práctica tan arraigada por miedo a no recibir votos.

La activista hace hincapié en que hace falta una lucha global contra la mutilación genital femenina y asegura que, afortunadamente, cada vez los países se muestran más activos provocando que la situación esté empezando a cambiar. “Seguramente, hay generaciones para las que la mutilación genital será historia”.

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