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COVID-19: la pesadilla hecha realidad, Israel vuelve a imponer un segundo confinamiento nacional

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en rueda de prensa antes de anunciar el confinamiento
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en rueda de prensa antes de anunciar el confinamiento Derechos de autor Alex Kolomiensky/Yoav Dudkevitch
Derechos de autor Alex Kolomiensky/Yoav Dudkevitch
Por Rafael Cereceda con AFP
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Es la pesadilla de los Gobiernos mundiales. Israel, tras duras negociaciones internas, ha impuesto un confinamiento de tres semanas para intentar frenar la propagación de la epidemia.

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Vuelta a la casilla de salida para Israel. El Gobierno de Benjamin Netanyahu ha impuesto otro confinamiento nacional de "al menos" tres semanas para intentar frenar la propagación imparable del nuevo coronavirus en el país.

Se trata del tercer país en imponer un segundo confinamiento nacional después de Kazajistán y Uzbekistán, que lo decretaron a principios de julio. La decisión no ha sido fácil y ha costado largas discusiones y la dimisión de Yakoov Litzman, aliado ultraortodoxo del Gobierno de coalición.

"Hoy el gobierno ha decidido aplicar un estricto confinamiento de tres semanas con la opción de extender esta medida", dijo el primer ministro Benjamin Netanyahu en un discurso televisado, recibido por muchos como un mazazo en la cabeza, o un llamado a abandonarse a los antidepresivos.

Para todos los Gobiernos del mundo enfrentados a un crecimiento de los casos de COVID-19, es la medida a evitar. La gran pesadilla.

Pero con el periodo festivo a la vuelta de la esquina y las tasas de contagio el Ejecutivo ha optado por la medida más radical.

Según datos recogidos por AFP, Israel es el segundo país del mundo con más casos por habitante en las últimas dos semanas, después de Bahrein, un nuevo aliado de Tel Aviv con el que también debe firmar un acuerdo el martes en Washington para normalizar sus relaciones.

A partir de finales de agosto, con la reapertura de las escuelas y la celebración de bodas este verano, que a veces reúnen a cientos de personas, la tasa de infección volvió a aumentar, con 155.604 casos de COVID-19, incluidas 1.119 muertes, para una población de nueve millones de habitantes.

La semana pasada, las autoridades impusieron un toque de queda en unas 40 ciudades, especialmente en las zonas árabes y judías ultraortodoxas, pero el número de casos ha aumentado, dejando a los hospitales y al personal médico "abrumados", dijo Netanyahu.

Al acercarse las fiestas judías, el país ha vivido un intenso debate en los últimos días entre los partidarios de un "seger khelki" y otros de un "seger clali", osea entre los defensores de un confinamiento parcial o general.

El gobierno no sólo ha optado por la segunda opción, sino que ha prorrogado la medida por lo menos tres semanas, durante todas las fiestas judías, en un intento de limitar la propagación de la COVID-19 en un momento en que las familias se reúnen y los fieles llenan las sinagogas.

"Nuestro objetivo es detener el aumento", dijo Netanyahu, con un tablero de datos para mostrar a los israelíes que la economía del país ha sufrido menos por la COVID-19 que las de Francia, Alemania o el Reino Unido. Miles de personas se han manifestado en las últimas semanas contra la gestión de la pandemia por parte del Gobierno,

Dimisión ultraortodoxa

El nuevo confinamiento entrará en vigor a partir del viernes para la fiesta de Rosh Hashaná (Año Nuevo Judío), continuará durante Iom Kipur y terminará el último día de Sucot, alrededor del 9 de octubre, dijeron las autoridades.

"Soy consciente de que estas medidas imponen una pesada carga a todos nosotros (...) Esta no es una temporada de vacaciones como de costumbre, ciertamente no podremos celebrar con nuestras familias extendidas", dijo Netanyahu, añadiendo que se permitirán oraciones para un máximo de 10 personas en lugares cerrados y 20 personas en lugares abiertos.

Incluso antes de este anuncio, en las primeras horas del domingo, el líder del Partido Judío Unificado de la Tora ultraortodoxo, y aliado clave del Sr. Netanyahu, Yaacov Litzman, renunció al gobierno de unidad, justamente porque se oponía, al "reconfinamiento".

Litzman, que fue ministro de Salud al principio de la pandemia antes de ser trasladado a Vivienda, acusó al gobierno de tratar de reimponer el cierra del país a partir del Año Nuevo Judío cuando se podrían haber tomado medidas "necesarias" de antemano.

"Cientos de miles de judíos de todas las poblaciones y sectores" no podrán rezar en las sinagogas durante las celebraciones del Año Nuevo Judío, lamentó Litzman en su carta de renuncia.

"Esta decisión de imponer un confinamiento total no permitirá que las sinagogas funcionen en días festivos ... contrariamente a lo que se había acordado expresamente", añadió Litzman.

La gestión de Litzman quedó en entredicho al principio de la crisis, en marzo. En ese momento, la contaminación en Israel se concentraba en las ciudades y barrios ultraortodoxos en los que se habían seguido poco o nada las consignas sanitarias, de las que era responsable su Ministerio.

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