El encuentro podría servir como balón de oxígeno para Alexander Lukashenko quién busca desesperadamente el amparo de Moscú ante las masivas protestas. Sin embargo, la oposición teme que Lukashenko prometa concesiones que amenacen la soberanía de Bielorrusia solo para aplacar la crisis política.
No abandonar las calles, es una promesa que continúa vigente para los bielorrusos en su sexta semana de manifestaciones contra el presidente Alexander Lukashenko.
Este lunes, la convocatoria es la misma. La reunión de hoy entre Lukashenko y el presidente ruso Vladímir Putin en Sochi va a volver a movilizar a decenas de miles en Bielorrusia.
La masiva manifestación del domingo sufrió nuevamente la fuerte represión policial que dejó más de 250 detenidos. Alrededor de 150.000 personas asistieron a la convocatoria.
La persecución a los integrantes de la oposición y manifestantes persiste a pesar de los llamamientos de la Unión Europea.
Exiliada en Lituania, la excandidata a la presidencia y líder de la oposición Svetlana Tijánosvkaya exigió a las fuerzas del orden ponerse del lado del pueblo.
El encuentro con Putin podría servir como balón de oxígeno para el mandatario bielorruso, quién busca desesperadamente el amparo de Rusia. Sin embargo, adelantó que la finalidad de la visita sería solucionar los problemas económicos bilaterales entre ambos países y que le llevaron a negarse a firmar a finales de 2019 el tratado de la Unión Estatal con Rusia, lo que fue un jarro de agua fría para Putin que ha prometido el envío de fuerzas policiales a Minsk en caso de necesidad.
Por su parte, la oposición teme que Lukashenko prometa concesiones que amenacen la soberanía del país frente a Moscú.