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Un millón de fallecidos por COVID-19, un millón de duelos: "mi abuela era mi persona favorita"

La abuela de Xènia Amenós, víctima de la COVID-19, junto a su marido
La abuela de Xènia Amenós, víctima de la COVID-19, junto a su marido Derechos de autor Cortesía de Xènia Amenós
Derechos de autor Cortesía de Xènia Amenós
Por Pablo Ramiro
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Este lunes llegamos al millón de muertos en todo el mundo por COVID-19. La cifra dice mucho de la magnitud de la pandemia, pero detrás de cada caso hay una historia sin la que los números no tienen sentido.

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Este lunes el mundo ha llegado al millón de muertos por COVID-19. La cifra dice mucho de la magnitud de la pandemia, pero detrás de cada caso hay una historia sin la que los números no tienen sentido.

Xènia Amenós perdió a su abuela en marzo. Le cuesta hablar de ello, pero sabe que puede servir para concienciar a aquellos que no conciben la gravedad de la enfermedad. “Había que elegir entre su vida y la de otra persona más joven”, cuenta Amenós, que tiene claro que uno de los mayores problemas fue la saturación de la Sanidad pública española.

“Mi abuela era mi persona favorita, mi máximo apoyo, siempre podíamos contar con ella, siempre estaba dispuesta a ayudarnos”, a Amenós le tiembla la voz cuando cuenta que su abuela se preocupaba más por ellos que por sí misma.

Por eso, explica, cuando su abuelo enfermó de COVID-19, su abuela se volcó en él.

“Mi abuelo empezó a tener síntomas. Ella llamó al hospital, le llevaron y no les hicieron el test, les dijeron que tenía la enfermedad pero que sería leve. Al cabo de uno o dos días empezaron los dos con fiebres altas. Solos en casa y con 39 de fiebre, no podíamos hacer nada”.

Cortesía de Xènia Amenós
La abuela de Xènia Amenós, fallecida por la COVID-19, junto a su maridoCortesía de Xènia Amenós

El 3 de marzo pudieron hacerles un test. El mismo día, explica Amenós, les comunicaron que estaba muy grave y que no podrían hacer nada, “ni la llevaron a la UCI, porque estaba todo saturado”.

“Nos aferramos a cualquier esperanza. Parecía imposible porque estaba perfecta, y del día a la noche no había nada que hacer", cuenta esta joven de Tárrega, en Cataluña, que junto al servicio de atención primaria y el Ayuntamiento de su localidad, empezó una campaña en redes sociales para tratar de concienciar a los más jóvenes de la importancia de tomar medidas contra la COVID-19.

"Mi abuela tenía 76 años, era una persona sana, activa, un pedazo de mujer", cuenta Amenós en la campaña.

“Nunca había tenido problemas de salud”

El cuñado de Ana Baschwitz, José María, tenía 66 años. “Nunca había tenido problemas de salud” cuenta Baschwitz cuya relación con su cuñado era muy estrecha: “siempre teníamos cosas que contarnos, en febrero fuimos a un bautizo, recuerdo que tenía planeado un viaje a Marruecos y la boda de su hija. Nada de esto se pudo cumplir, porque la COVID-19 se lo llevó en tres semanas".

"Nos enteramos a principios de marzo", continúa. "Nos envió un WhatsApp con un tono muy optimista y muy tranquilo. Durante esas tres semanas el virus fue afectando a cada uno de sus órganos”.

Pese a que José María era una persona muy católica, no pudieron despedirle con un funeral, ni velatorio.

“A raíz de esa experiencia y de esa vivencia tan traumática, en la que no pudo haber duelo, ni pudimos verle en un tanatorio ni hacer un funeral, reflexioné y de alguna forma sentía que tenía que colaborar con las víctimas”, cuenta Baschwitz que poco después fundó la Asociación de Víctimas de la COVID -19.

Desde ella, esta periodista y directora de comunicación trata de fomentar en todos los ámbitos una mejor comprensión del colectivo de víctimas y prestar ayuda tanto a las víctimas como a sus familias: desde campañas de compañía, ayuda y motivación a las víctimas, al personal médico y a las personas más vulnerables hasta asesoramiento jurídico.

Tanto Baschwitz como Amenós tratan de hacer lo posible para concienciar del peligro que tiene la COVID-19. “Habrá quien piense que el virus no es tan grave, puede que no lo sea, pero hay personas a las que les afecta mucho”, explica Amenós. “Como vuelva a pasar estaremos otra vez igual”, concluye.

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