Nagorno Karabaj, un conflicto "congelado" en plena ebullición
El alto el fuego humanitario estaba programado para el mediodía, pero esa misma medianoche, la casa de Ashot Agmajanian fue parcialmente destruida. Un proyectil de la artillería azerbaiyana cayó el sábado cerca de la vivienda, justo al lado de la cocina. La ventana saltó por los aires y parte del techo se vino abajo. Lo que ocurrió en casa de los Agmajanian ocurrió en otras muchas viviendas de Nagorno Karabaj.
Esta región separatista situada en Azerbaiyán, pero habitada mayoritariamente por armenios, vive sobresalto tras sobresalto desde que se reanudaron las hostilidades el pasado 27 de septiembre. En Stepanakert, la capital de este territorio que goza de una independencia de facto desde el fin de la guerra que siguió a la desintegración de la URSS, el ruido de las sirenas ha marcado a varias generaciones:
"Cuando éramos más jóvenes y nuestros hijos eran más jóvenes soñábamos que en el futuro no habría guerra. Pero nuestros hijos crecieron y también fueron a la misma guerra", afirma una sexagenaria sentada junto a varias vecinas en la puerta de un búnker.
Un sueño de paz compartido por armenios y azeríes que, sin embargo, llevan toda la vida preparándose para el combate. Mientras los jóvenes empuñan las armas, mujeres, niños y ancianos se refugian en los búnkeres para protegerse de los bombardeos.
Arayik Harutyunyan, líder de Nagorno Karabaj, no parece dispuesto a ceder en sus posiciones:
"Nuestra intención es que no haya una retirada de las tropas. Continuaremos nuestra lucha y hablaremos con los autores de las negociaciones de paz. Somos partidarios de que estas cuestiones se resuelvan en los principios reconocidos por el Grupo de Minsk", afirma el mandatario.
Este lunes las sirenas han vuelto a sonar en pueblos y ciudades de armenios y azeríes. Considerado congelado durante décadas, el conflicto de Nagorno Karabaj está en plena ebullición.