El faro de Cordouan, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Conocido como "el rey de los faros", se alza en la desembocadura del estuario de la Gironda, en el suroeste de Francia, como un centinela con 400 años de historia
Durante cuatro cientos años el faro de Cordouan se ha alzado como un impresionante centinela entre el océano Atlántico y la desembocadura del estuario del Gironda, en el suroeste de Francia, soportando estoico el embate del mar y el azote del viento.
Es el último faro habitado de Francia y acaba de ser declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Es el segundo del mundo que obtiene ese reconocimiento, después del de A Coruña, en España.
Fue diseñado por el ingeniero Louis de Foix e inaugurado en 1611 sobre una meseta solo visible a marea baja, pero que a marea alta y durante las tormentas se convierte en un entorno muy expuesto y hostil, del que se protege con un espeso muro de piedras a modo de escudo.
Cuando el tiempo lo permite, especialmente en verano, los visitantes acuden en masa, unos 24 000 cada año, para ver y disfrutar del que en Francia conocen como "el rey de los faros".