Asalto al Capitolio | El día que la democracia estadounidense mostró su fragilidad

Seis de enero de 2021. Donald Trump arenga a sus seguidores, participantes en la llamada "Marcha para salvar a América", para que acudan al Capitolio. "Si no lucháis como el infierno, ya no tendréis un país", les dijo.
Su discurso se tradujo en el peor asalto a la democracia estadounidense en más de un siglo y en el reflejo de su fragilidad. Unas diez mil personas marcharon hacia el Capitolio para impedir que se ratificara la victoria de Joe Biden frente a Trump en las elecciones presidenciales y alrededor de 800 consiguieron irrumpir en su interior.
La policía que custodiaba el edificio, en inferioridad numérica y sin ayuda de la Guardia Nacional, se vio rápidamente desbordaba por la turba, compuesta por miembros de grupos extremistas, pero en la que también había exmilitares e incluso policías en activo.
Imagen simbólica de lo ocurrido, la evacuación en urgencia del vicepresidente Mike Pence y de buena parte de los legisladores, mientras otros trataban de esconderse en el interior de la cámara, aterrorizados por los tiros y los gritos que oían.
Refuerzos y evacuación del edificio: el final de un episodio impensable
A partir de las tres de la tarde, la situación comienza a cambiar. Llegan más policías y agentes antidisturbios, que consiguen desalojar el edificio en apenas 20 minutos. Donald Trump, que seguía el asalto por televisión desde la Casa Blanca, dijo entonces a sus seguidores que "se fueran a casa", si bien reiteró que apoyaba su causa.
La trágica jornada se saldó con 5 muertos, decenas de heridos y más de 700 acusados.
A las ocho de la noche, el Capitolio fue declarado seguro y los legisladores se reunieron para confirmar la victoria electoral de Biden frente a Trump.