La imputación de Moon se suma a una larga lista de líderes surcoreanos que se han enfrentado a juicios o escándalos al final de sus mandatos o tras dejar el cargo.
El expresidente surcoreano Moon Jae-in fue imputado este jueves por cargos de soborno, al ser acusado de facilitar durante su mandato un puesto a su entonces yerno en la aerolínea de bajo coste Thai Easter Jet. La Fiscalía sostiene que Moon recibió sobornos por valor de 217 millones de wones (133.239 euros) del fundador de Thai Eastar Jet, Lee Sang-jik, quien supuestamente habría proporcionado salarios, vivienda y otros apoyos financieros al exyerno de Moon entre 2018 y 2020.
Lee, antiguo socio de campaña de Moon, también fue acusado de soborno y abuso de confianza. El entonces yerno del expresidente habría sido contratado en la compañía aérea de Lee, con sede en Tailandia, en un puesto de nivel directivo a pesar de no tener experiencia en aviación, y solo habría desempeñado tareas menores mientras afirmaba trabajar a distancia desde Corea del Sur, según las alegaciones.
Más tarde, Lee fue designado para dirigir una agencia financiada por el Estado y propuesto para el Parlamento por el partido de Moon, aunque los fiscales dicen que no encontraron pruebas directas de que Moon facilitara estas funciones. La acusación se produce antes de las elecciones presidenciales del 3 de junio en Corea del Sur, tras la destitución del presidente conservador Yoon Suk Yeol, que ahora se enfrenta a un juicio por un intento de imponer la ley marcial.
Los aliados de Moon en el Partido Democrático denunciaron los cargos como motivados políticamente, acusando a los fiscales leales a Yoon de intentar desacreditar al exlíder liberal antes de las elecciones. A pesar de la acusación, el candidato liberal Lee Jae-myung sigue siendo el favorito en una carrera fracturada, aunque también está siendo juzgado por otras acusaciones de corrupción.
Moon fue presidente de Corea del Sur de 2017 a 2022. Se le conoce sobre todo por su impulso a la reconciliación con su rival Corea del Norte, ya que se reunió tres veces con el líder norcoreano, Kim Jong Un, y facilitó el inicio de la diplomacia nuclear entre Kim y el presidente estadounidense, Donald Trump.
Los partidarios de Moon le atribuyen el mérito de haber logrado la cooperación con Corea del Norte, ahora estancada, y de haber evitado grandes enfrentamientos armados, pero sus detractores dicen que fue un ingenuo simpatizante de Pionyang que acabó ayudando al Norte a ganar tiempo para avanzar en su programa nuclear frente a las sanciones y la presión internacionales.