Macron mantuvo una serie de reuniones con cardenales y otros cargos eclesiásticos durante su estancia en Roma el pasado fin de semana, lo que llevó a la prensa italiana a especular sobre si está intentando presionar al cónclave para que elija a un candidato francés como próximo pontífice.
Las reuniones del presidente francés con cardenales y altos cargos de la Iglesia católica al margen del funeral del papa Francisco en el Vaticano el pasado sábado ha causado revuelo en Italia, donde se especula con que Macron podría estar intentando influir en la elección del próximo pontífice, al estilo de los Borgia.
En lo que la prensa italiana bautizó como "intervencionismo del moderno Rey Sol", Emmanuel Macron mantuvo una reunión en la Embajada de Francia en Roma con cuatro compatriotas que estarán presentes en el cónclave: el arzobispo de Marsella Jean-Marc Aveline, el obispo de Ajaccio François Bustillo, el nuncio apostólico en Estados Unidos Christophe Pierre y el arzobispo emérito de Lyon Philippe Barbarin. Aveline y Bustillo son cardenales de pleno derecho y están considerados entre los aspirantes a convertirse en el próximo pontífice.
Antes del encuentro en la embajada, Macron compartió supuestamente una comida en un notable restaurante romano con Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant'Egidio, una organización eclesiástica muy influyente, conocida por sus obras de caridad y sus misiones de paz en el extranjero. Esto bastó para que la prensa nacional llegara a creer que el líder francés estaba organizando un precónclave propio, con la intención de impulsar su propio favorito (y, a ser posible, uno francés).
Sin embargo, Riccardi, uno de los cardenales con más contactos en la Iglesia y que siente predilección por Francia, donde estudió, desmintió el jueves los rumores y declaró al diario italiano 'Il Foglio' que la conspiración Macron-Sant'Egidio era una "idiotez". Riccardi y Macron comieron "fettuccine, no caracoles", dijo, indicando que la historia de los dos compartiendo el pan mientras fomentaban una conspiración era, en general, exagerada.
Además, las posibilidades de que los cardenales Aveline y Bustillo sean elegidos como el próximo pontífice son escasas, según los expertos. El italiano de Aveline -la lengua de trabajo de la Santa Sede- es aparentemente deficiente, mientras que Bustillo, que habla italiano con fluidez debido a sus raíces corsas, podría ser demasiado joven a sus 56 años, debido a la creencia de que la Iglesia desconfiaría de un pontificado prolongado. Francia no ha tenido un Papa desde el siglo XIV. El último pontífice del país fue el papa Gregorio XI, fallecido en 1378.
Mientras tanto, la muerte del Papa Francisco y el próximo cónclave, fijado para el miércoles 7 de mayo, han atraído el interés de muchos líderes mundiales, incluido el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El martes, Trump se lanzó al ruedo diciendo que "le gustaría ser Papa", bromeando además con que él mismo sería su "elección número uno" para el próximo pontífice.
El senador republicano Lindsey Graham respaldó el lanzamiento de Trump en X, diciendo que Trump sería "realmente un candidato tapado", y pidiendo al cónclave y a los fieles "mantener una mente abierta" sobre la posibilidad. "La primera combinación Papa-Presidente de EE.UU. tiene muchas ventajas. Atentos a la fumata blanca...Trump MMXXVIII", concluyó Graham.