En tiempos de incertidumbre, cuando la gente se siente ansiosa, un político que exhibe fuerza física o capacidad de enfrentamiento da una ilusoria pero fuerte sensación de estabilidad.
Los políticos suelen destacar su forma física en sus mensajes a los medios de comunicación. Karol Nawrocki ya ha 'esprintado' durante la campaña presidencial, un hecho que le señalan a menudo sus oponentes. Ahora que las elecciones han terminado, sus redes sociales están inundadas de imágenes de su entrenamiento en el gimnasio. En ellas se le ve golpeando el saco de boxeo con ímpetu, levantando pesas o subiéndose rítmicamente a la barra.
Del gimnasio a la arena política
No es una excepción: desde hace décadas, muchos dirigentes se presentan en contextos deportivos. Los ejemplos podrían multiplicarse: Vladímir Putin, al que le gusta lucir torso, monta a caballo y entrena judo en una colchoneta, Barack Obama, al que le gusta lanzar triples, o Donald Trump, que da zancadas por el campo de golf.
Tampoco faltan atletas que han decidido cambiar la cultura física por el juego político. Entre ellos, por ejemplo, el boxeador ucraniano Vitali Klitschko, hoy alcalde de Kiev. Pero también el exjugador del Manchester City Mikheil Kavelashvili, polémicamente elegido presidente de Georgia; Imran Khan, exjugador de críquet y ex primer ministro de Pakistán; George Weah, presidente de Liberia de 2018 a 2024, y un exfutbolista que, entre otras cosas, jugó en el PSG de París y fue aclamado como el mejor futbolista africano. No hay que olvidar tampoco a Arnold Schwarzenegger, el actor y cultor profesional que fue gobernador de California.
En Polonia también han disfrutado de carreras similares Szymon Ziolkowski, atleta polaco de atletismo y campeón olímpico, que llegó al Congreso polaco, y Witold Bańka, atleta y velocista, que recibió la cartera de ministro de Deportes.
En España, Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno, jugó al baloncesto con el CB Estudiantes hasta los 21 años. Actualmente le gusta correr. Rajoy se hizo conocido por sus caminatas rápidas o marcha olímpica. El expresidente Aznar también es un gran amante del ejercicio que le mantiene en forma a sus 72 años.
¿Un político atlético es un político creíble?
Un político atlético, ¿tiene más posibilidades de convencer a los votantes? ¿Ayuda la forma física a un político?
"Si vemos a alguien que está en muy buena forma, con músculos y demás, pensamos: 'Oh, esta persona será capaz de mantenernos a salvo'. Porque así fue durante miles de años de nuestra evolución", declaró en una entrevista a 'Euronews' el profesor Jacek Wasilewski, experto en medios de comunicación de la Universidad de Varsovia.
Según el profesor, los políticos explotan la imagen deportiva. "O todos esos monumentos al caballo, que mostraban que es un cierto tipo de guerrero que domina y asegura así la paz a su alrededor. En tiempos de incertidumbre, cuando la gente se siente ansiosa, un político que exhibe fuerza física o capacidad de enfrentamiento da una ilusoria, pero fuerte sensación de estabilidad", evalúa el profesor Wasilewski.
El deporte como guerra
Las guerras modernas se libran a distancia, con drones o tácticas de precisión, pero nuestro pensamiento sigue guiado por la imagen de un guerrero midiéndose a un adversario en combate directo. Es un contraste entre la visión moderna y los instintos arcaicos.
La cuestión de si es apropiado que un político destile fuerza física es compleja. Sting cantaba "A gentleman will walk but never run", sugiriendo que la destreza física podría verse en conflicto con la finura intelectual. El profesor Jacek Wasilewski señala que la política solía estar dominada por aristócratas que se presentaban de forma más refinada.
"Hoy, los políticos dirigen su mensaje a las masas, lo que requiere un lenguaje más sencillo y pop. Las imágenes de los políticos aluden a héroes cinematográficos o símbolos de fuerza, que en la cultura pop se asocian a la seguridad. Para los votantes inmersos en esta cultura, un líder así es un guerrero que no dejará que nadie le pise la cabeza, pero tampoco dejará que nadie le pise la cabeza a nuestro país".
El experto en medios de comunicación explica que el deporte en política tiene dos facetas. La primera, aristocrática, asociada al juego limpio, como en los colegios británicos de élite, donde se jugaba al fútbol o al polo. La segunda, más plebeya, trata el deporte como una guerra ritualizada, donde el club construye identidad y comunidad y el juego no siempre es lo primero. Deportes como el boxeo, antaño dominio de la clase obrera, se contraponen a deportes "distinguidos" como el golf.
El golf de Tusk frente al boxeo de Nawrocki
A la lista de políticos polacos aficionados al deporte hay que añadir también a Donald Tusk, fan declarado del Lechia Gdańsk. Incluso llegó a ser vicepresidente del club de fans a principios de los años setenta.
"Arremeter contra las ramas es una ocupación para caballeros", dijo Donald Tusk, que entonces estaba al frente del Consejo Europeo, en respuesta a un comentario del entonces jefe del Gobierno del PiS Mateusz Morawiecki, que dijo con pellizco: "No somos perezosos, no acosamos ramas, trabajamos duro".
'Haratanie w gałę' (acoso en la sucursal, en español) es un término popularizado por Robert Górski, cómico del Kabaret Moralnego Niepokoju, que durante varios años interpretó el personaje de Donald Tusk en una serie de sketches de cabaret sobre reuniones gubernamentales. Más que la política, el personaje interpretado por Górski se interesaba por la juerga.
Parece que Nawrocki ganó algo más políticamente con su imitación deportiva. El profesor Jacek Wasilewski especula por qué. "Si comparamos el golf de Donald Tusk con el boxeo de Karol Nawrocki, vemos diferencias de percepción. Tusk jugando se percibía como un hobby, es entretenimiento, pasar tiempo juntos, lo que no construye necesariamente una imagen de poder. El boxeo de Nawrocki, en cambio, se asocia con la identidad masculina, el valor y la resistencia a los golpes".
Wasilewski cree que el boxeo, como las batallas caballerescas de antaño, está más cerca del arquetipo del guerrero. En tiempos de tensiones sociales o internacionales, esa imagen atrae más eficazmente a quienes se sienten amenazados, ya que el boxeo simboliza la fuerza individual y la disposición a defenderse, a diferencia del fútbol, que es más "entretenido" que "guerrero".
"El deporte, sobre todo en la tradición olímpica, procede del ejercicio de los guerreros. El boxeo es un reflejo directo de ello, mientras que el fútbol es un juego de equipo ritualizado. Los deportes modernos, como el golf y el polo, se han alejado de este simbolismo guerrero".
La imagen del político-boxeador, frente a la del político-futbolista, es más adecuada para la narrativa de la defensa de la patria, ya que evoca asociaciones con el valor y la fuerza, que dan a los votantes una sensación de seguridad en tiempos difíciles.
2,5 millones de visitas
El vídeo de la sesión de gimnasia del presidente Karol Nawrocki en la plataforma X ha sido visto más de 2,5 millones de veces. Aunque se trate de teatro político, el informe de la OMS atribuye a las redes sociales un gran impacto en la promoción de estilos de vida saludables.
Las investigaciones de la organización muestran que más del 80% de los adolescentes y el 27% de los adultos de todo el mundo no alcanzan el nivel recomendado de actividad física (al menos 150 minutos de actividad moderada a la semana).
El jefe del Pentágono, Pete Hegseth, no tuvo reparos en hacer un llamamiento a los militares estadounidenses para que adopten hábitos saludables. "No podemos tener soldados y altos mandos paseándose por el Pentágono. Queda muy mal", afirmó.