El canciller alemán tiende un capote al Gobierno de Sánchez, presionado por la cúpula de los independentistas catalanes de Junts. Estos decidirán en una reunión en Waterloo de este lunes, con el expresident Carles Puigdemont, si rompen o no con su Ejecutivo.
Ligero cambio de postura del Gobierno federal alemán con respecto a la inclusión de las lenguas cooficiales del Estado español -el gallego, el euskera y el catalán, además del valenciano- en las instituciones de la Unión Europea.
En un escueto comunicado emitido por la Moncloa, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha anunciado esta mañana lo siguiente: "Nuestros dos gobiernos han acordado hoy abrir un diálogo con el objetivo de encontrar una respuesta a la solicitud española de que sus lenguas oficiales distintas del español sean reconocidas como oficiales en la Unión Europea de forma que sea aceptable para todos los Estados miembros".
La oficialización de los cuatro idiomas requiere unanimidad por parte de los 27. Muchos países -como Finlandia, Suecia, Austria y Croacia- no están por la labor de abrir esta caja de pandora y despertar debates en sus propios países que en España forman parte de la conversación pública habitual. Es el caso de Francia, con las lenguas corsas y bretonas, o de Italia, con el sardo.
España lleva dos años tratando de introducir este asunto en la agenda comunitaria. En concreto, desde las últimas elecciones celebradas el 23 de julio de 2023, cuando Sánchez se vio forzado a pactar con los siete diputados que obtuvo Junts, formación conservadora e independentista catalana, para ser reelegido. Una de las promesas pactadas, pero no la más polémica, fue el asunto de la oficialidad del catalán.
En un gesto lejos de ser casual, Merz le ha echado una mano a Sánchez tan solo 24 horas después de que se anunciase que la cúpula de Junts se reunirá en Waterloo, residencia actual del exiliado 'expresident' catalán Carles Puigdemont, para debatir si continúan apoyando o no al Ejecutivo socialista en el Congreso.
Los independentistas argumentan, pese a los patentes esfuerzos del Ministerio de Exteriores durante dos años por pelear sobre este tema, que intentarlo no es conseguirlo, y que el PSOE les prometió resultados.
Se da la paradoja de que tanto el catalán (con aproximadamente cinco millones y medio de hablantes), el gallego (2,3 millones) o el euskera (1,2) cuentan con más personas que las utilizan que, por ejemplo, idiomas utilizados en las instituciones de la Unión como el gaélico, que también es cooficial en la República de Irlanda junto con el inglés.