Según una investigación, en la unidad de élite de la Bundeswehr se toleraron durante años prácticas problemáticas, desde consignas de extrema derecha y agresiones sexuales hasta rituales peligrosos.
Los paracaidistas son una de las unidades de élite de las Fuerzas Armadas alemanas, que se despliegan principalmente en las primeras fases de las operaciones, durante las evacuaciones militares y para asegurar lugares de importancia estratégica.
Según una investigación del 'Frankfurter Allgemeine Zeitung' ('FAZ'), se acumulan las acusaciones de actividades de extrema derecha, conductas sexuales inapropiadas, rituales violentos y consumo de drogas contra la unidad de élite.
El punto de partida fue una denuncia de dos mujeres soldado al Delegado Parlamentario para las Fuerzas Armadas. Ahora la Justicia militar, la Fiscalía y el Servicio de Contrainteligencia Militar (MAD) están llevando a cabo investigaciones, sobre todo en el 26º Regimiento de Paracaidistas de Zweibrücken, Renania-Palatinado.
Según el 'FAZ', se están investigando las acusaciones contra decenas de soldados, pero ya se han producido las primeras consecuencias con despidos, prohibiciones de llevar uniforme y la sustitución del comandante del regimiento.
Según los archivos internos a los que ha tenido acceso el 'FAZ', al parecer durante años se han tratado o tolerado internamente prácticas problemáticas. Entre ellas, consignas de extrema derecha, insultos antisemitas, montajes de celebraciones, y consumo excesivo de alcohol y de drogas.
Las mujeres soldado también denunciaron agresiones sexuales, comentarios despectivos y un clima en el que las quejas se interpretaban a menudo como deslealtad. También se dice que en algunas compañías de combate parecía como si las mujeres fueran percibidas menos como camaradas que como un factor de perturbación.
Según el informe, las que querían defenderse de los incidentes corrían el riesgo de ser condenadas al ostracismo o trasladadas. Las acusadas, en cambio, solían permanecer en la unidad. Además, hay rituales que oficialmente se atribuyen a la "defensa de la tradición", pero que son problemáticos desde el punto de vista legal.
Entre ellos, la colocación por la fuerza de la insignia de paracaidista, durante la cual se permitía a cada participante en el curso golpear el pasador hasta que la insignia se clavaba en la piel hasta hacerla sangrar. Se dice que los soldados soportaban los rituales por un deseo de pertenencia. Según 'FAZ', los que no querían participar eran acosados. De acuerdo con el Ministerio de Defensa, estas prácticas son inadmisibles en todos los sentidos y constituyen delitos penales según el Código Penal Militar alemán.
Problemas en las unidades de élite de la Bundeswehr
Los problemas en las unidades de élite no se limitan a Zweibrücken; también se dieron pautas similares en el Mando de las Fuerzas Especiales (KSK) en Calw. Estructuralmente, existe un paralelismo con los paracaidistas: unidades compartimentadas, elevado estrés físico y psicológico, una pronunciada conciencia de élite y, al mismo tiempo, una cultura en la que la lealtad al grupo se sitúa por encima de las normas formales.
Según el Servicio de Contrainteligencia Militar (MAD), en el KSK también quedó claro que durante años no se hizo un seguimiento consecuente de las señales de alarma. El Bundestag dice que el MAD había investigado unos 50 casos de sospecha de extremismo de derecha en la unidad entre 2017 y 2021. Las consecuencias: varios soldados fueron despedidos, otros trasladados y una compañía fue finalmente disuelta.
Un caso en particular, ocurrido en 2020, causó indignación en todo el país cuando se hizo público que Philipp S., sargento mayor de la segunda compañía del KSK, acaparaba armas, munición y explosivos de las reservas de la Bundeswehr en su propiedad privada. Entre ellas había un fusil de asalto AK-47 y unos dos kilos de explosivos, así como escritos de extrema derecha, que fueron incautados durante la investigación. Sin embargo, el tribunal no pudo demostrar que el delito tuviera un móvil ultraderechista.
El soldado fue condenado únicamente por delitos contra las leyes de armas y recibió una condena condicional. La segunda compañía del KSK fue disuelta debido al descubrimiento de tendencias de extrema derecha y una cultura de liderazgo tóxica como parte de las medidas de reforma de 2020, tal y como se recoge en el informe final del entonces inspector general Eberhard Zorn.
Los informes anuales actuales del Servicio de Contrainteligencia Militar (MAD) dejan claro que el extremismo de derechas sigue siendo un tema relevante en la Bundeswehr: en 2024 se procesaron un total de 1.159 casos sospechosos de extremismo, incluidos 216 nuevos casos reconocidos en el ámbito del extremismo de derechas.
¿Por qué el sistema entra en vigor tan tarde?
Según el Artículo 10 de la Ley de Soldados, los superiores en la Bundeswehr están obligados a informar inmediatamente a través de la cadena de mando sobre incidentes extremistas, delitos penales o faltas graves de servicio. Los comandantes de compañía y los comandantes de batallón tienen una responsabilidad especial a este respecto: deben documentar los hechos sospechosos, facilitar las investigaciones y, en caso de acusaciones graves, implicar a los abogados disciplinarios militares o a las autoridades fiscales civiles.
Los oficiales y suboficiales deben actuar como modelos, ejercer la supervisión y velar por el bienestar de sus subordinados. Sus órdenes sólo deben darse en cumplimiento del deber y de conformidad con la ley y el derecho internacional. También deben actuar con moderación fuera de servicio para no poner en peligro la confianza de las tropas.
Al mismo tiempo, los informes del Centro de Historia Militar y Ciencias Sociales de la Bundeswehr muestran que en las unidades de élite aisladas y sometidas a grandes tensiones no se hace un seguimiento consecuente de las señales de alarma durante años. Se dice que la razón de ello es la preocupación de poner en peligro la disponibilidad operativa o la reputación de la unidad.
Los soldados que incumplen sus deberes pueden ser objeto de medidas disciplinarias, como el despido, la degradación o la baja. En la práctica, sin embargo, tales sanciones no suelen surtir efecto hasta una fase tardía, ya que se requieren pruebas claras de fracaso en el liderazgo.