Los panaderos franceses piden socorro. El dramático aumento de precios de artículos como la mantequilla, la harina o el azúcar, unido a unas facturas de electricidad astronómicas han colocado a un sinfín de panaderías de este país entre la espada y la pared.
Hasta el punto que el propio Gobierno francés ha salido en ayuda de estos negocios, con los proveedores de energía aceptando a su vez una renegociación de los contratos. Es eso o presenciar el cierre de una boulangerie tras otra.
Por lo pronto, el ministro de Economía, Bruno Le Maire, ha presentado ya un paquete de medidas de supervivencia para ayudar a un total de 33.000 panaderos a lo largo y ancho del país.
"Las tres ayudas a las que tienen derecho actualmente estos 33.000 panaderos de Francia son: una ventana de ayuda financiera, un descuento del 20 por ciento con el amortiguador, todo ello acumulable para obtener un descuento de hasta el 40 por ciento en su factura, y un aplazamiento del pago de las cotizaciones sociales y de los impuestos."
El anuncio de Le Maire parece de primera cumplir con la promesa hecha desde el Elíseo: "El Estado no dejará de lado a sus panaderos". Con la crisis lejos de amainar, está por ver su estas medidas ayudan a un artículo que el pasado mes de noviembre entraba en la lista del patrimonio cultural Inmaterial de la UNESCO: la inigualable e imperdible baguette francesa.