El pasado mes de noviembre la baguette entraba en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.
Los panaderos franceses piden socorro. El dramático aumento de precios de artículos como la mantequilla, la harina o el azúcar, unido a unas facturas de electricidad astronómicas han colocado a un sinfín de panaderías de este país entre la espada y la pared.
Hasta el punto que el propio Gobierno francés ha salido en ayuda de estos negocios, con los proveedores de energía aceptando a su vez una renegociación de los contratos. Es eso o presenciar el cierre de una boulangerie tras otra.
Por lo pronto, el ministro de Economía, Bruno Le Maire, ha presentado ya un paquete de medidas de supervivencia para ayudar a un total de 33.000 panaderos a lo largo y ancho del país.
"Las tres ayudas a las que tienen derecho actualmente estos 33.000 panaderos de Francia son: una ventana de ayuda financiera, un descuento del 20 por ciento con el amortiguador, todo ello acumulable para obtener un descuento de hasta el 40 por ciento en su factura, y un aplazamiento del pago de las cotizaciones sociales y de los impuestos."
El anuncio de Le Maire parece de primera cumplir con la promesa hecha desde el Elíseo: "El Estado no dejará de lado a sus panaderos". Con la crisis lejos de amainar, está por ver su estas medidas ayudan a un artículo que el pasado mes de noviembre entraba en la lista del patrimonio cultural Inmaterial de la UNESCO: la inigualable e imperdible baguette francesa.