Neeka y Leila Mashouf han desarrollado un innovador proceso enzimático capaz de convertir emisiones de CO₂ en fibras celulósicas para fabricar textiles y otros materiales, una alternativa sostenible a los métodos de producción convencionales.
Cada año, la industria textil mundial emite miles de millones de toneladas de CO₂ a la atmósfera. En respuesta, las hermanas gemelas Neeka y Leila Mashouf, de 28 años, han desarrollado un proceso innovador que transforma las emisiones de carbono en fibras biodegradables, creando una alternativa sostenible a la fabricación tradicional.
Su startup, Rubi, se basa en un sistema enzimático patentado que imita el proceso natural mediante el cual los árboles capturan CO₂ y lo convierten en celulosa. La diferencia es que, en este caso, el proceso ocurre dentro de un reactor químico. Su avance les ha valido un lugar entre los Tomorrow Shapers del Premio Jóvenes Inventores de 2025, otorgado por la Oficina Europea de Patentes.
Reinventar las cadenas de suministro con materiales positivos para el clima
"Nuestra invención utiliza una secuencia especial de enzimas, que son como los ingenieros químicos de la naturaleza, para transformar el CO₂ en polímeros filamentosos como la celulosa, que utilizamos para fabricar fibras, hilos y tejidos ", explica Neeka. "Desarrollamos esta tecnología para resolver lo que consideramos el problema global más importante".
A diferencia de las tecnologías convencionales de conversión de carbono que dependen de la fermentación o de sistemas termoquímicos —ambos costosos y con un alto consumo energético—, el método de Rubi es escalable y de bajo impacto. Las enzimas funcionan en condiciones ambientales y requieren diez veces menos energía, lo que permite reducir las emisiones de CO₂ y convertirlas en materias primas con una huella ecológica mínima. Estos insumos pueden integrarse en las cadenas de suministro textiles existentes, lo que ayuda a las marcas a reducir su huella de carbono sin necesidad de reformar su infraestructura.
La empresa ya está realizando proyectos piloto con Walmart, Patagonia y H&M, lo que demuestra una aplicación viable que podría transformar no solo la moda, sino múltiples sectores que dependen de productos derivados de la celulosa.
Fomentar un futuro más sostenible para la fabricación
Criadas en la zona de la bahía de San Francisco, en California, las hermanas crecieron rodeadas de naturaleza... y de emprendimiento. Su temprana exposición a la industria de la moda, combinada con una profunda pasión por la ciencia, sentó las bases para Rubi. A los 15 años, ya publicaban investigaciones científicas y trabajaban en laboratorios universitarios. Neeka se dedicó a la ciencia de materiales y a los negocios, mientras que Leila se graduó en medicina en Harvard, con especialidad en bioingeniería y sistemas enzimáticos.
En 2021, unieron sus disciplinas para fundar Rubi, con la misión de hacer que la fabricación sea compatible con el planeta. "Rubi está creando un nuevo paradigma en el que fabricar no implica agotar recursos naturales y se avanza en los objetivos climáticos", explica Leila, añadiendo que, a nivel básico, las enzimas son "como un pequeño Pacman". "Se comen las moléculas y las expulsan transformadas en algo un poco diferente", describe.
Desbloqueando el potencial del carbono en todas las industrias
El impacto de Rubi no se limita a la industria de la moda. El potencial de la celulosa derivada del CO₂abarca varios sectores (embalaje, productos farmacéuticos, cosméticos, aplicaciones alimentarias e incluso materiales de construcción)donde predominan los métodos con alta emisión de carbono. A través de la concesión de licencias de su tecnología, las hermanas Mashouf buscan escalar rápidamente y ayudar a otros fabricantes para que cambien hacia una producción sostenible.
"Hemos demostrado que el CO₂ puede ser un recurso valioso en lugar de un producto residual dañino", dice Neeka. "Me siento honrada de trabajar junto a mi hermana mientras abrimos camino a la próxima era de la abundancia con sistemas de fabricación reinventados".
En manos de las hermanas Mashouf, el carbono ya no es solo un desafío, sino una materia prima para el cambio.