En Bélgica, los musulmanes en primera línea en la lucha contra el Covid-19 han sido eximidos de la obligación de ayunar
En circunstancias normales, durante el mes de Ramadán, la Gran Mezquita de Bruselas es un hervidero de fieles. Pero este año está desierta. La pandemia está obligando a los musulmanes a celebrarlo en privado y sin poder invitar a la familia para la tradicional ruptura del ayuno.
Para Lahcene Hammouche es una píldora dura de tragar. Lleva años organizando un Ramadán ecuménico para derribar las barreras entre las diferentes comunidades religiosas. "Lamentablemente, este año será un poco diferente debido a las medidas de confinamiento que debemos respetar para evitar la propagación del virus. Este año nos comunicaremos por videoconferencia y asi mantendremos el vínculo con nuestros amigos judíos y cristianos", explica Hammouche, Presidente de la Asociación AL-Mouwatin.
Las mezquitas belgas permaneceran cerradas al menos hasta el 3 de mayo, pero los imames grabarán sermones para que circulen entre la comunidad.
“Le hemos pedido a la comunidad musulmana que respete las reglas del confinamiento, que proteja a los ciudadanos, que se proteja a sí misma y también nuestro país", afirma Salah Echallaoui, Vicepresidente de los Musulmanes de Bélgica y Rector de la Gran Mezquita de Bruselas. "Es cierto que nos enfrentamos a una situación bastante difícil. Es la primera vez que celebramos el Ramadán en estas condiciones. Es triste. La gente no puede reunirse. Pero estamos alentando a la comunidad musulmana para que mantenga el impulso de solidaridad que siempre ha cararcterizado el mes de Ramadán y ayuden a los ciudadanos que lo necesitan".
Los musulmanes belgas que trabajan en la primera línea en la batalla contra el coronavirus han sido eximidos de la obligación de respetar el ayuno.