Un analista apunta a que la Eurocámara es la institución europea más expuesta a la corrupción

Varias oficinas de la sede del Parlamento Europeo en Bruselas han sido precintadas.
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Por Vincenzo Genovese
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Los presuntos sobornos del gobierno de Catar, en los que esta implicada una vicepresidenta del Parlamento Europeo ponen de manifiesto las pocas normas éticas que tienen que seguir los eurodiputados.

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La sombra de la corrupción planea sobre el Parlamento Europeo tras el presunto soborno que funcionarios de la Eurocámara habrían recibido del gobierno de Catar. El caso plantea plantea nuevos interrogantes sobre la vulnerabilidad de las instituciones de la UE ante influencias externas.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha asegurado que la situación es "sumamente preocupante". Para von der Leyen, las mismas reglsa se deberían aplicar tanto a la Comisión Europea, como al Parlamento o al Consejo. "Para nosotros es crítico no sólo tener normas estrictas, sino también las mismas normas para todas las instituciones y no permitir ningún tipo de exenciones. Es una cuestión de transparencia", ha asegurado la alemana.

Según Alberto Alemanno, catedrático de Derecho europeo en la Escuela de Estudios Comerciales de París, el Parlamento es el eslabón más débil de todos. "Básicamente, es la única institución que no tiene prácticamente ninguna norma impuesta a sus representantes y hay una aplicación muy débil de las normas éticas. Una cuarta parte de los representantes están expuestos diariamente a conflictos de intereses", ha lamentado. Además, cree que las consecuencias del escándalo pueden ser muy profundas. "Esto afecta no sólo a la imagen del Parlamento Europeo, sino al proceso de integración europea y afecta también al propio interés de la Unión en un momento de remodelación geopolítica sin precedentes", ha asegurado el profesor.

Con una vicepresidenta del Parlamento, Eva Kaili, y un exeurodiputado, Pier Antonio Panzeri, los dos socialdemócratas implicados, aumentan las voces que creen que la Eurocámara debería replantearse sus normas sobre los grupos de presión. El objetivo es evitar que desemboquen en corrupción.

"La Unión Europea tiene sobre el papel un sistema de ética e integridad bastante sofisticado, bastante avanzado. Sin embargo, contiene muchas lagunas, y ese es sin duda el caso del Parlamento Europeo. Así que esperemos que este sea un momento decisivo para muchos líderes políticos que se han opuesto, en particular dentro del Parlamento, a la adopción de normas más estrictas", ha explicado Alemanno.

Según su código de conducta interno, los eurodiputados no pueden aceptar regalos que tengan un valor superior a los 150 euros.

También están obligados a informar de sus reuniones con grupos de presión si están relacionadas con proyectos legislativos en los que están implicados, pero no en los otros casos.

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