La confirmación parlamentaria del nuevo equipo de Comisarios de Ursula von der Leyen se ha convertido en un drama político que amenaza con retrasar el inicio del nuevo ejecutivo de la UE.
Las audiencias de confirmación de los 26 comisarios designados han sido escenario esta semana de intensas negociaciones entre los líderes de los partidos, que han puesto de manifiesto las fracturas y la posible reforma de la mayoría parlamentaria que dio paso a Ursula von der Leyen como presidenta del Ejecutivo comunitario en julio.
La mayoría esperaba que el proceso formal de aprobación de los Comisarios designados concluyera tras las audiencias del "supermartes" de esta semana, en las que los eurodiputados interrogaron a los seis candidatos a los puestos de vicepresidente (VP). Sin embargo, las rivalidades entre partidos, los vetos estratégicos y las represalias han llevado a un punto muerto, posponiendo indefinidamente la decisión final sobre los seis VP y un Comisario.
Este bloqueo político puede retrasar la entrada en funciones del nuevo ejecutivo de la UE, prevista inicialmente para principios de diciembre, aunque la Comisión mantiene su optimismo de que se producirá según lo previsto.
Sin embargo, un intento de la presidenta de la Comisión, Von der Leyen, de negociar la paz entre los líderes de los democristianos, socialistas y liberales fracasó, dejando la situación incierta.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Una combinación de asuntos nacionales y de la UE convirtió esta semana en una de las más cargadas políticamente del Parlamento Europeo, en la que los partidos trataron de maximizar su influencia y suprimir la de los demás.
El PPE también ha estado trabajando para estrechar lazos con el Partido Conservador Europeo (ECR), con el objetivo de asegurarse una mayoría más de derechas en el hemiciclo, algo a lo que se oponen socialistas, liberales y verdes, que conforman la actual mayoría pro-UE que respaldó la reelección de Von der Leyen en julio. En consecuencia, el vicepresidente designado conservador Raffaele Fitto, figura clave en este cambio de coalición, también se ha convertido en objetivo.
Mientras tanto, algunos comisarios propuestos han sido objeto de ataques en relación con elementos de sus carteras con vistas a debilitarlos. Por ejemplo, la facción liberal está presionando para transferir la supervisión de la preparación sanitaria y los derechos reproductivos del controvertido comisario húngaro Olivér Várhelyi -cuya confirmación también está en suspenso- a la candidata liberal belga a la Comisión, Hadja Lahbib.
El PP español critica la actuación de Ribera tras las inundaciones en valencia
Los intereses nacionales también han entrado en juego: La delegación española del PPE ha criticado la respuesta de Ribera a las recientes inundaciones en Valencia, desviando la atención del presidente de la Comunidad Valenciana Carlos Mazón, compañero conservador que ha suscitado críticas por el largo almuerzo al que asistió durante el diluvio.
Mientras tanto, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, aprovechó la oportunidad para desafiar a sus oponentes socialistas en casa, el Partido Democrático, que según ella están presionando para negar a Fitto una vicepresidencia ejecutiva en contra del interés nacional italiano.
El aplazamiento: la táctica ganadora
Cuando se fijó el calendario de las audiencias de confirmación el mes pasado, el PPE se aseguró una ventaja estratégica al programar la audiencia de Ribera en último lugar, dejando a los socialistas sin oportunidad de tomar represalias en caso de que fuera rechazada. Para contrarrestarlo, socialistas y liberales retrasaron la aprobación del húngaro Várhelyi tras la audiencia del pasado lunes, manteniendo la amenaza de que podrían rechazarlo.
Esto hizo temer al PPE que Von der Leyen se viera inmersa en una situación de rehén con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que podría simplemente negarse a nombrar a otro comisario en lugar de Várhelyi si éste es rechazado, o al menos retrasarlo hasta el año que viene.
Técnicamente, la Comisión podría empezar a trabajar sin un comisario húngaro, pero esto podría obstaculizar legalmente decisiones que requieren aprobación unánime, como las políticas antimonopolio y de fusiones, un escenario que convertiría al nuevo Ejecutivo de la UE de von der Leyen en un pato cojo.
Con los aplazamientos, todas las partes vuelven al punto de partida, necesitando un "paquete de medidas" que apruebe simultáneamente a Ribera, Fitto y Várhelyi. Aunque siete comisarios designados siguen en suspenso, sólo ellos tres son el centro del juego de poder político.
Von der Leyen al rescate
Como cada partido tiene varios detonadores, desbloquear la situación está resultando complicado. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, empezó la semana como observadora, pero intervino a mitad de semana reuniéndose con los líderes políticos el miércoles.
Sus intentos de superar el punto muerto fracasaron, aunque un portavoz de la Comisión ha dicho que sigue "plenamente comprometida" en el proceso. Liberales y verdes la instan a adoptar una postura más firme contra una coalición de derechas, y la líder liberal Valerie Hayer condena la táctica del presidente del PPE, Manfred Weber, tachándola de "irresponsable".
A pesar de todo, es probable que los grupos políticos lleguen a un compromiso, ya que todos quieren que se aprueben sus propios candidatos a vicepresidente y la confirmación de Várhelyi despejaría el camino para que el segundo mandato de Von der Leyen comience en diciembre, según lo previsto.
Un posible compromiso podría ver al PPE dar marcha atrás en sus exigencias de que Ribera comparezca ante el Parlamento español y se comprometa a dimitir si se abre una investigación judicial contra ella, y a los socialistas y liberales retractarse de sus demandas de que Fitto sea degradado de una vicepresidencia.
La 'coalición Venezuela'
En última instancia, el PPE cuenta con una baza: Si la decisión se reduce a la votación en comisión de los candidatos, Ribera necesita el apoyo del PPE, mientras que Fitto podría pasar con el respaldo también de la llamada 'coalición Venezuela', formada por los partidos del centro-derecha a la extrema derecha.
Esta coalición recibe su nombre de la agrupación del Parlamento que reconoció al líder de la oposición Edmundo González como presidente democráticamente elegido de Venezuela, pero también ha estado presente en votaciones clave como la de ayer sobre las enmiendas a las normas de deforestación de la UE. El mensaje político es claro: la coalición proeuropea que antes respaldaba a Von der Leyen está, si no totalmente fracturada, ahora en peligro.
Este episodio ilustra la dinámica cambiante dentro de la UE, con el líder del PPE, Manfred Weber, intentando reunir una nueva mayoría de derechas que podría acabar sustituyendo a la tradicional coalición centrista de democristianos, socialistas y liberales que gobernó el hemiciclo durante más de veinte años.