La Comisión propone una nueva ley que establece plazos y estrategias para la retirada progresiva de sus importaciones de petróleo y gas rusos, excluyendo la energía nuclear, que se abordará por separado. Cualquier nuevo contrato con las gasísticas rusas quedará prohibido a partir de 2026.
La Comisión Europea ha publicado este martes una nueva estrategia para eliminar progresivamente el petróleo y el gas rusos hasta 2027. Esta propuesta esboza plazos y estrategias para que los 27 reduzcan progresivamente -y en última instancia pongan fin- a su dependencia de Rusia como proveedor de combustible.
Las nuevas medidas forman parte del plan REpowerEU. Sin embargo, estas no abordan la importación de materiales nucleares rusos. Un alto funcionario de la Comisión ha declarado ante los periodistas que este es un tema que se abordará por separado.
Desde el comienzo de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022, la UE ha reducido progresivamente el comercio de petróleo, gas y material nuclear procedente de Rusia. En 2024, la UE aún dependía de las importaciones rusas para el 19% de su gas y el 3% de su suministro de crudo.
"Rusia ha intentado chantajearnos repetidamente mediante sus suministros energéticos. Hemos tomado medidas claras para cerrar el grifo y poner fin definitivamente a la era de los combustibles fósiles rusos en Europa", ha declarado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.
La propuesta para los próximos dos años
Según el proyecto normativo, los nuevos contratos de gas ruso quedarán prohibidos a partir del 1 de enero de 2026. Los contratos existentes deberán finalizar antes del 17 de junio de 2026, con excepciones limitadas para los países sin litoral vinculados a acuerdos a largo plazo, que se permitirán hasta finales de 2027.
También se prohibirán los contratos a largo plazo sobre gas natural licuado (GNL) en los que participen empresas rusas, lo que liberará infraestructuras y licitaciones para proveedores alternativos. Se exigirá a los países de la UE que presenten planes detallados de diversificación con medidas e hitos concretos para sustituir las importaciones rusas de energía.
Críticas de Hungría y Eslovaquia, cercanos a la órbita del Kremlin
En una reunión entre los ministros de Energía de la UE celebrada el lunes, y sin que hubiese demasiadas sorpresas al respecto, los gobiernos de Viktor Orbán (Hungría) y Robert Fico (Eslovaquia) expresaron su desacuerdo con el plan. "La política energética es competencia nacional y esto pone en peligro nuestra soberanía y seguridad energética. Dada la escalada en Oriente Medio, hemos propuesto que no se presente ningún plan de este tipo", escribió el ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Péter Szijjártó, en una publicación en X.
A pesar de esta oposición, la Comisión Europea ha decidido seguir adelante con el texto. El Gobierno danés, que asumirá la presidencia del Consejo de la UE el 1 de julio, quiere alcanzar cuanto antes un acuerdo político sobre el texto. Lars Aagaard, su ministro de Clima y Energía, declaró el lunes a los periodistas que la presidencia danesa se esforzará por "alcanzar la aprobación política lo antes posible", añadiendo: "Si conseguimos concluir la legislación antes de Año Nuevo, creo que habremos hecho un trabajo tremendo".
¿Cuáles son los próximos pasos?
Siguiendo el procedimiento habitual, el proyecto transitará por el Consejo de la UE, conformado por miembros de los 27 gobiernos, y posteriormente por el Parlamento Europeo, donde intervienen los eurodiputados de los partidos. Posteriormente, el texto entrará en negociaciones interinstitucionales, el llamado trílogo, para encontrar un acuerdo político.
Los Estados miembros de la UE en el Consejo necesitarán una mayoría cualificada para aprobar la propuesta. Esta mayoría requiere el apoyo de al menos 15 de los 27 Estados miembros, que representan como mínimo el 65% de la población de la UE. El Parlamento Europeo votará la propuesta por mayoría simple.