La posibilidad de que el presidente ruso, reclamado por la CPI por crímenes de guerra, entre en territorio de la UE se cernió sobre una reunión de ministros de Asuntos Exteriores celebrada el lunes.
Los europeos siguen lidiando con la idea de una posible cumbre entre el presidente estadounidense Donald Trump y el presidente ruso Vladímir Putin en Budapest, que marcaría la primera vez desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania que Putin, un hombre bajo sanciones y una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional (CPI), pondría un pie en suelo europeo.
Reunidos el lunes en Luxemburgo, los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea caminaron por la delgada línea que separa el apoyo a la diplomacia de Trump de la defensa de la integridad de la Corte Penal Internacional (CPI), que busca a Putin por la deportación y traslado de decenas de miles de niños ucranianos.
Hungría sigue siendo parte de la CPI hasta que entre en vigor su retirada el próximo año. El país ya ha hecho caso omiso de una orden de detención contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
"No es agradable ver que una persona con una orden de detención emitida por la CPI venga a un país europeo", admitió la alta representante de Política Exterior de la UE, Kaja Kallas. "La cuestión es si hay algún resultado de esto. Esto es lo que tenemos que ver, cómo van estas cosas en Budapest, ya que hemos sido muy firmes en que Rusia solo negocia cuando está bajo presión. Así que esperamos que el presidente Trump lo haga".
"No hay lugar para criminales de guerra en Europa"
El ministro lituano de Asuntos Exteriores, Kęstutis Budrys, fue más tajante en su valoración. "No hay lugar para criminales de guerra en Europa", dijo a su llegada. Budrys argumentó, sin embargo, que los esfuerzos diplomáticos de Trump podrían combinarse de algún modo con la lucha de la CPI contra la impunidad.
El tribunal carece de poder coercitivo y depende exclusivamente de la buena voluntad de los gobiernos para ejecutar las detenciones. "Tenemos que mantener los principios de Europa que todos acordamos, y el único lugar para Putin en Europa es La Haya, frente al tribunal, y no en ninguna de nuestras capitales", afirmó.
Además de la orden de la CPI, los Estados miembros estudiarán la posibilidad de conceder exenciones temporales a la prohibición del espacio aéreo para aviones rusos. Como alternativa, Putin podría dar un largo rodeo y entrar en Hungría a través de los Balcanes Occidentales.
El ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, consideró "útil" que Washington mantenga contactos bilaterales con Moscú, pero advirtió que la presencia de Putin en territorio del bloque, que rompe un tabú, "solo tiene sentido si conduce a un alto el fuego inmediato e incondicional". "A Vladímir Putin le interesa aceptar el principio de un alto el fuego inmediato porque el tiempo corre en su contra", añadió Barrot, en referencia al impacto de las sanciones europeas.
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, expresó un mensaje en la misma línea y animó a los europeos a centrarse en el apoyo a Kiev. "Debemos preguntarnos qué podemos hacer para intensificar la ayuda a Ucrania y defender su soberanía e integridad territorial", señaló. "Eso es lo que tenemos que hacer hoy, y no tanto preguntarnos qué harán los demás", añadió.
La línea de contacto
La reunión de ministros de Exteriores del lunes se produce pocos días después de que Trump hablara con Putin por teléfono y recibiera a Zelenski en la Casa Blanca. Tras ese encuentro, descrito como "tenso" por el 'Financial Times' y Reuters, el líder estadounidense dijo que ambas partes deberían "parar en las líneas donde están, las líneas de batalla". "Váyanse a casa, dejen de matar gente y terminen", declaró a bordo del Air Force One.
La cambiante diplomacia de Washington ha reavivado los temores de que la arquitectura de seguridad europea pueda decidirse sin europeos en la sala. "Vamos a ver qué pasa, qué tipo de reunión es y dónde estará al final", dijo la ministra de Exteriores de Finlandia, Elina Valtonen. "Al fin y al cabo, nadie puede decidir por encima de Europa lo que está en el poder de decisión de Europa".
A diferencia de la reunión de Alaska en agosto, esta vez habrá al menos un líder europeo presente: Viktor Orbán. El hecho de que el primer ministro húngaro, que ha obstaculizado repetidamente el apoyo colectivo a Ucrania, ejerza de anfitrión ha incrementado la inquietud sobre el posible resultado de la cumbre de Budapest.
El ministro danés de Asuntos Exteriores, Lars Løkke Rasmussen, trató de calmar los ánimos, afirmando que Budapest servirá "solo como sede de la reunión", sin capacidad para fijar el orden del día. "No puedo hacer nada al respecto, aparte de subrayar que estamos con Ucrania y apoyamos la propuesta del presidente estadounidense de un alto el fuego en la línea de contacto. Nada más que eso", declaró Rasmussen. "Y si la cumbre de Budapest trata de eso, está absolutamente bien".
Mientras tanto, Bruselas trabaja en una iniciativa pionera para utilizar los saldos en efectivo de los activos rusos congelados con el fin de emitir un préstamo de 140.000 millones de euros a Ucrania para cubrir sus necesidades financieras y militares a largo plazo. Paralelamente, el decimonoveno paquete de sanciones contra el Kremlin está casi listo, con Eslovaquia como el último país reticente por cuestiones no relacionadas.
Además, la Unión Europea estudia nuevos planes para intervenir buques de la llamada 'flota en la sombra' rusa, sospechosos de facilitar actos de sabotaje contra infraestructuras críticas.