Newsletter Newsletters Events Eventos Podcasts Videos Africanews
Loader
Encuéntranos
Publicidad

Las mujeres que tuvieron una infancia traumática tienen más riesgo de padecer endometriosis

Una mujer menstruando utiliza una almohadilla térmica.
Una mujer menstruando utiliza una almohadilla térmica. Derechos de autor  Canva
Derechos de autor Canva
Por Gabriela Galvin
Publicado
Compartir esta noticia Comentarios
Compartir esta noticia Close Button

Esta afección ginecológica puede causar fuertes dolores e infertilidad, pero los médicos aún no saben exactamente por qué algunas mujeres la desarrollan.

PUBLICIDAD

Según un nuevo estudio, las mujeres que sufrieron malos tratos físicos en la infancia tienen más del doble de probabilidades de desarrollar endometriosis en la edad adulta. La endometriosis, que afecta a una de cada diez mujeres en todo el mundo, es una enfermedad ginecológica crónica en la que crece tejido fuera del útero. Puede causar fuertes dolores durante la menstruación y las relaciones sexuales, así como hinchazón abdominal, fatiga, depresión, ansiedad e infertilidad en algunos casos.

La endometriosis no tiene cura y los médicos no acaban de entender sus causas. Pero el nuevo estudio, publicado en la revista Human Reproduction, arroja luz sobre cuáles son las mujeres con mayor riesgo. En él participaron más de 1,3 millones de mujeres nacidas en Suecia entre 1974 y 2001, a más de 24.000 de las cuales se les diagnosticó endometriosis.

Las mujeres que tuvieron una infancia difícil o traumática tenían un 20% más de probabilidades de padecer endometriosis, y cuanto mayor era el número de experiencias adversas, mayor era el riesgo, según el estudio. Esto podía incluir tener un progenitor con enfermedad mental, abuso de sustancias, problemas económicos o discapacidad intelectual; tener un progenitor adolescente; o presenciar o sufrir violencia o abusos sexuales.

Las mujeres que habían estado expuestas a violencia o abusos sexuales durante la infancia tenían el mayor riesgo de desarrollar endometriosis, según el estudio. Y las que declararon cinco o más experiencias adversas tenían un 60% más de probabilidades de padecer endometriosis, en comparación con las que tuvieron una infancia sin traumas.

Cabe destacar que los investigadores no hallaron relación alguna entre la muerte de un familiar y el desarrollo de la enfermedad. "Los resultados sugieren que las experiencias tempranas de la vida pueden afectar a la salud del organismo mucho más adelante y subrayan la importancia de observar a la persona en su totalidad, no sólo los síntomas", declaró en un comunicado la Dra. Marika Rostvall, una de las autoras del estudio e investigadora del Instituto Karolinska de Suecia.

La relación entre los traumas infantiles y la salud adulta

Nuestras experiencias durante la infancia, especialmente los primeros años, tienen un impacto directo en nuestra salud y bienestar hasta la edad adulta. Los investigadores ya han encontrado vínculos entre las experiencias adversas en la infancia y una serie de problemas de salud, como una mala salud mental, diabetes de tipo 2, cardiopatías y cáncer. No está claro cómo podrían relacionarse exactamente estas experiencias con la endometriosis, pero Rostvall planteó dos posibilidades.

Una es que el estrés infantil podría afectar al sistema inmunitario, impidiéndole eliminar eficazmente el tejido endometrial. También podría afectar a la sensibilidad del cuerpo al dolor, haciendo que las mujeres sean más propensas a experimentar síntomas graves que lleven a un diagnóstico de endometriosis. "Espero que los hallazgos puedan servir para mejorar tanto las medidas preventivas como el tratamiento en la atención sanitaria", afirma Rostvall.

Ir a los atajos de accesibilidad
Compartir esta noticia Comentarios

Noticias relacionadas

EURONEWS HOY | Las noticias del viernes 20 de junio: Trump aboga por negociar con Irán e Israel

Un estudio relaciona los antecedentes de endometriosis con una probabilidad ligeramente mayor de morir antes de los 70 años

La pandemia condena a las mujeres con endometriosis, una enfermedad olvidada