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Una dieta sana y el ejercicio pueden reducir la grasa abdominal dañina, según estudio británico

Se ve a personas en una clase de ejercicio.
En la imagen se ve a varias personas en una clase de gimnasia. Derechos de autor  Canva
Derechos de autor Canva
Por Gabriela Galvin
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Los investigadores señalan que mejorar la alimentación y la actividad física ayuda a limitar la acumulación de la grasa visceral, la más peligrosa.

La combinación de dieta y ejercicio puede ayudar a frenar el riesgo de enfermedades metabólicas al reducir la cantidad de grasa perjudicial que se acumula alrededor de los órganos, según un nuevo estudio.

Aunque es bien sabido que adoptar un estilo de vida saludable ayuda a perder peso, la ciencia constata cada vez más que el lugar donde se almacena la grasa en el cuerpo es clave para la salud.

La grasa subcutánea, por ejemplo, es la que puede pellizcarse justo bajo la piel. Pero la grasa visceral, densa y oculta alrededor de los órganos del abdomen, se considera más peligrosa y se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y de diabetes de tipo 2.

"Cuando se habla de cambios en el peso corporal, a menudo se piensa en una única cifra en la báscula. Pero no toda la pérdida o ganancia de peso es igual", señaló el doctor Shayan Aryannezhad, uno de los autores del estudio e investigador de la Universidad de Oxford.

"Comprobamos que combinar una mejor alimentación con más actividad física es una forma eficaz no solo de mejorar el peso, sino también la cantidad de grasa y su distribución en el cuerpo", añadió en un comunicado.

Para el estudio, publicado en la la revista 'JAMA Network Open', los investigadores siguieron a más de 7.200 adultos de mediana edad en el Reino Unido durante una media de siete años.

Detectaron que quienes mejoraron su alimentación o hicieron más ejercicio registraron una ganancia de peso más lenta, tanto de grasa subcutánea como visceral, y un menor riesgo de hígado graso que quienes no cambiaron su estilo de vida. Quienes combinaron ejercicio y dieta saludable obtuvieron aún mejores resultados.

De media, quienes comían bien y hacían ejercicio acumularon 1,9 kilogramos menos de grasa corporal total y 150 gramos menos de grasa visceral que las personas con estilos de vida menos saludables, lo que equivale a en torno al siete por ciento de la grasa corporal total y al 16 por ciento de la grasa visceral.

Las asociaciones de la dieta y el ejercicio con la grasa visceral se mantuvieron significativas después de que los investigadores tuvieran en cuenta el índice de masa corporal (IMC), un indicador habitual de obesidad. Según los autores, eso indica que la grasa visceral es la primera en reducirse cuando se adoptan estilos de vida más saludables.

La doctora Nita Forouhi, autora del estudio y profesora de salud poblacional y nutrición en la Universidad de Cambridge, afirmó que los resultados sugieren que mejorar la dieta y el ejercicio en la mediana edad no solo ayuda a perder peso, también puede reducir el riesgo de enfermedades metabólicas y favorecer un envejecimiento más saludable.

"Pese a las dificultades de vivir en entornos que favorecen la mala alimentación y el sedentarismo, hay beneficios si se introducen pequeños cambios sostenidos que conduzcan a dietas más saludables y a un mayor gasto energético", añadió Forouhi.

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