En el sur de Uzbekistán, Shahrisabz combina la arquitectura timúrida, la artesanía tradicional y la historia de la Ruta de la Seda en una ciudad que conserva discretamente su legado cultural, lejos de las multitudes de Samarcanda.
Shahrisabz, una ciudad del sur de Uzbekistán declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es una de las paradas menos conocidas de la Gran Ruta de la Seda. Cuna de Emir Temur, la ciudad aún conserva las imponentes ruinas de su Palacio Ak-Saray, en contraste con las modestas tumbas de sus hijos.
En la mezquita Kok-Gumbaz, la ciencia y la espiritualidad convergen a través de la acústica y el diseño del siglo XV.
Más allá de los monumentos, Shahrisabz cobra vida con tradicionales talleres de textiles, la música maqam y la acogedora calidez de las casas de huéspedes locales.
Para los viajeros que buscan más profundidad que espectáculo, esta ciudad histórica ofrece una visión íntima del perdurable patrimonio de Asia Central.