Los políticos franceses reaccionaron a los acalorados comentarios del hombre más rico del país después de que Arnault calificara el impuesto Zucman de forma de "destruir la economía francesa".
El Consejero Delegado del grupo de lujo LVMH, Bernard Arnault, afirmó que la propuesta de imponer un gravamen del 2% a los ciudadanos más ricos de Francia -aquellos con un patrimonio superior a 100 millones de euros- es "una ofensiva mortal para nuestra economía". El multimillonario hizo estas declaraciones al 'Sunday Times'.
Bernard Arnault, en su día la persona más rica del mundo, posee una fortuna estimada en 157.100 millones de dólares (133.500 millones de euros), según Forbes. El presidente reaccionó el fin de semana a la llamada tasa Zucman, en honor al economista francés Gabriel Zucman, partidario de aumentar los impuestos a los ricos. Zucman, profesor de economía en la Escuela de Economía de París y en Berkeley (California), publicó el año pasado un estudio sobre el impacto de un impuesto mínimo sobre los más ricos del mundo.
El debate resurgió de nuevo con la toma de posesión del nuevo primer ministro francés, Sébastien Lecornu, la semana pasada. Se le ha encomendado la tarea de reducir el déficit presupuestario y la deuda de Francia, la misma lucha que provocó la caída del gobierno anterior.
Las finanzas de Francia son frágiles: su déficit asciende al 5,8% del PIB, el total más alto de la eurozona, y la deuda alcanzará el 113% a finales de 2024. François Bayrou y su Gobierno fueron destituidos por la Asamblea Nacional el 8 de septiembre, después de que intentaran obtener la aprobación de recortes presupuestarios por valor de 44.000 millones de euros.
Los políticos de izquierdas del Partido Socialista y el Partido Verde instan al primer ministro Sébastien Lecornu a incluir un impuesto sobre el patrimonio en su proyecto de presupuesto para 2026.
El impuesto Zucman, que se aplicaría a 1.800 hogares, podría recaudar unos 20.000 millones de euros anuales para el Gobierno. Sin embargo, si los ultrarricos abandonan el país, como algunos temen, estos ingresos podrían disminuir. En 2012, el propio Arnault ya amenazó con pedir la nacionalidad belga tras otra disputa fiscal, aunque no llevó a cabo sus planes.
Esta vez, Arnault no dijo nada sobre abandonar su país de origen, pero calificó a Zucman de "activista de extrema izquierda", añadiendo: "Está claro que no se trata de un debate técnico o económico, sino de un deseo claramente declarado de destruir la economía francesa".
Zucman reaccionó en un reciente post en X a las palabras de Arnault, diciendo: "Los multimillonarios pagan poco o ningún impuesto sobre la renta, y el 86% de los franceses tienen razón al querer acabar con este privilegio".
Otro economista francés, Thomas Piketty, tachó de "disparate" las palabras de Arnault. Dijo en un post X el domingo: "Las más de 500 personas más ricas aumentaron su riqueza en un 500% de 2010 a 2025. Con un impuesto anual del 2%, tardarían un siglo en volver a los niveles de 2010, suponiendo que no recibieran ingresos". Y añadió la pregunta: "¿Está esto poniendo de rodillas a la economía francesa?".
Las palabras de Arnault han desatado un acalorado debate en la esfera política francesa. El líder del Partido Verde reaccionó en X a las afirmaciones de Arnault, añadiendo: "Para ser justos, tiene un gran conflicto de intereses cuando habla del tema".
"Hace todo lo posible para pagar la menor cantidad de impuestos en Francia", declaró el domingo a 'Franceinfo' el secretario nacional del Partido Comunista, Fabien Roussel. Roussel fustigó las decisiones políticas tomadas desde la elección del presidente Emmanuel Macron en 2017, argumentando que los franceses han perdido poder adquisitivo debido al aumento de las facturas y al estancamiento de los ingresos.
"Mientras tanto, los ricos, los muy ricos, han visto sus fortunas duplicarse, triplicarse", prosiguió. "Este impuesto Zucman permite la justicia fiscal. Son los más ricos los que deben contribuir a reducir el déficit", afirmó. La líder del partido de derechas Agrupación Nacional, Marine Le Pen, se ha abstenido de adoptar una postura coherente sobre el impuesto Zucman.
El impuesto goza de gran popularidad entre el público, por lo que el partido corre el riesgo de perder votos si se opone firmemente a la medida. Sin embargo, Le Pen también aspira a atraer el apoyo del mundo empresarial, por lo que mostrar su apoyo a la tasa también tiene consecuencias. Hasta ahora, ha calificado el impuesto de "ineficaz y peligroso".