La obra emblemática de la gran coreógrafa alemana, estrenada en 1978 en Wuppertal, se presenta en Teatro Nacional de Atenas con una compañía íntegramente griega.
'Kontakthof', una de las obras emblemáticas de la coreógrafa alemana Pina Bausch, ejerció una influencia decisiva en la forma y el contenido de la danza contemporánea. Ahora se presenta en el Teatro Nacional de Grecia, en colaboración con la Fundación Pina Bausch.
Más de tres décadas después de su estreno en Grecia, en el Herodeion en septiembre de 1988, por el Tanztheater Wuppertal, la obra emblemática se presenta en el escenario principal del Edificio Schiller, en una producción protagonizada exclusivamente por intérpretes griegos de entre 21 y 55 años.
Esta reposición escénica se da bajo la dirección artística de Josephine Ann Endicott y Daphne Kokkinou. Ambas han bailado en decenas de obras de la gran artista y fueron quienes seleccionaron el reparto griego, en colaboración con Ann Martin, también miembro del reparto original, y Scott Jennings, directores de ensayos de la Fundación Pina Bausch. Todos ellos conocen muy bien 'Kontakthof'.
Josephine Ann Endicott, de 75 años, bailó en la primera representación en 1978 y fue ayudante de la coreógrafa durante muchos años. Recuerda toda la trayectoria del grupo desde el principio:
"Participé sobre todo en las primeras obras de Pina Bausch. Me incorporé a la compañía de danza en 1973, así que cuando montamos 'Kontakthof' en 1978, ya habíamos hecho muchas obras revolucionarias y muchas óperas en forma de danza. Ya nos habían tirado tomates, había espectadores que se marchaban durante la representación y golpeaban las puertas. Yo era miembro del grupo en aquella época. Poco a poco, cuando llegamos al 'Kontakthof', la gente ya no se iba. Pina Bausch se había hecho muy conocida. Era una figura de culto con una nueva forma de trabajar en la que no había baile. Había algo en esta mujer, algo tan único y especial para mí personalmente, que me hizo quedarme allí durante tantos años. Sólo hice algunas pausas para tener a mis hijos".
Ella como mujer era muy hermosa. En primer lugar, cuando era más joven, podía influir en la gente. Sus ideas eran únicas. Tenía una forma de trabajar con preguntas y respuestas. Siempre sentí que podía ser yo misma en su grupo. Eso era lo que ella buscaba y también lo que yo buscaba. Podía ser yo misma bajo la mirada de Pina gracias a su orientación. Todo lo que yo podía hacer, podía ofrecérselo a ella. Pudimos crear algunas obras que tenían que ver con la vida cotidiana de la gente. Su trabajo siempre me pareció interesante y me gustaban todas las piezas musicales que ponía en sus obras. Era genial. Yo no lo sabía entonces. No estaba allí sólo porque fuera genial. Estaba allí porque la quería".
La vida y la carrera como bailarina de Daphne Kokkinou también cambiaron radicalmente cuando vio actuaciones de Pina Bausch en Atenas en los años ochenta. Así que decidió continuar su viaje en Wuppertal (Alemania) tras completar sus estudios en el KST. Se incorporó al Teatro Alemán de la Danza en 1993 y en 2002 se convirtió en asistente de Pina Bausch. ¿Qué recuerda de 'Kontakthof' en el Herodion en 1988?
"Vi esta obra por primera vez en el Herodeion cuando era estudiante, en 1988, antes de irme a Alemania. Me impresionó. Recuerdo muy bien, muy vívidamente la sonrisa que los bailarines tenían hacia el público durante el ciclo. Es increíble que lo recuerde después de tantos años. Luego, cuando me uní a su compañía, empecé a aprender la pieza con la ayuda de Jo. Me encanta bailarla. La bailé el año pasado y la volveré a bailar este verano.
Con el trabajo que hicimos en el Teatro Nacional, enseñando cada movimiento, cada escena, todo lo que hay en la obra, entiendo mucho mejor lo que hago en el escenario. Antes, quizá sólo conocía las cosas desde mi propia perspectiva, a través de mi propio papel. Pero ahora, de repente, al estar bajo del escenario, he aprendido tantas cosas, respecto a lo que hacen mis colegas en escena, toda la preparación, todos los pasos. Es increíble el trabajo que hicimos para este espectáculo en Atenas. No es sólo la enseñanza, es toda la experiencia. Es realmente maravilloso bailar esta pieza en particular, porque te conviertes en cocreador de ella, en parte de su universo."
Josephine Ann Endicott ha hecho varias reposiciones escénicas de 'Kontakthof'. ¿Cómo trabajó con los 23 intérpretes y bailarines griegos? ¿Cómo seleccionaron el reparto para la producción griega?
"Me pareció una gran idea hacer esta obra en concreto con intérpretes griegos, porque en 'Kontakthof' hay más actuación que baile. Por supuesto, en la obra nunca fingimos, somos nosotros mismos en el escenario. No aceptamos a nadie que viniera a la audición y fingiera, porque buscábamos gente de verdad que supiera hablar, estar de pie, tener ritmo, presentarse, mostrar quiénes son realmente. Elegimos a intérpretes que nos gustaban y que decían algo con sus ojos, con sus caras, con su aura. Cada persona tiene un aura.
Muchos de los actores tardaron un poco en meterse en el espíritu del espectáculo. No se puede entrar en el mundo de Pina Bausch tan rápida y fácilmente. Por eso tuvimos que motivarles para que se desbloquearan, para que encontraran su propia identidad en la obra. Que fueran ellos mismos y nos mostraran quiénes son. Parece muy sencillo, pero las cosas sencillas suelen ser las más difíciles. Pero estamos muy contentos con los que elegimos. Ha sido un verdadero placer producir esta obra. Tengo que admitir que me encanta el humor de los griegos. Me encanta cómo usan las manos cuando hablan todo el rato".
'Kontakthof' se estrenó en 1978 en la Ópera de Wuppertal y es un hito de la primera época de Pina Bausch y un ejemplo fundamental de su colaboración con el escenógrafo y diseñador de vestuario Rolf Borzik, que dio forma al lenguaje visual de la compañía en aquellos años cruciales. La obra sigue de gira hasta hoy, a menudo con diferentes generaciones: en 2000 con artistas mayores de 65 años y en 2008 con adolescentes de 14 a 18 años.
El núcleo de la obra son las relaciones humanas. El amor, el deseo, el conflicto, la necesidad de comunicarse, la ternura, la violencia y la soledad. Hombres y mujeres se encuentran en un salón de baile, revelan aspectos de sí mismos, con el objetivo de conectar. La forma en que se retratan estas relaciones es a veces humorística y a veces cruel. Una lucha de emociones, acciones repetitivas y gestos se despliega en el escenario, invitando al espectador a participar.
_"'_Kontakthof' es para mí un lugar de encuentro de veintitrés personas, que se reúnen en una sala de baile en busca de contacto humano. Son pepitas de toda nuestra vida y de todo nuestro ser a través de los ojos de Pina Bausch, de una forma totalmente poética. Pero es un lugar donde todos podemos encontrarnos a nosotros mismos. Es decir, los artistas venimos a perdernos y a encontrarnos. Creo que eso es lo que le ocurre a la persona que ve la obra. Para mí es un lugar de libertad, un lugar donde puedo ser yo, con todo lo bueno y todo lo malo.
El mayor reto para mí es que es una absoluta combinación de actuación y danza. Y para mí eso es una gran felicidad, porque es lo que soy y lo que he hecho, que soy actriz y bailarina. La forma en que Pina Bausch ha combinado estas dos artes es un reto en sí. Estoy muy comprometida con este proyecto. He dado todo lo que tengo y lo que no tengo física y mentalmente. Me ha costado mucho trabajo físico y mucho estudio. He pasado mucho tiempo buscando mi propia historia dentro de este proyecto, porque no está clara. Esta obra no tiene una historia clara, así que cada uno tiene su propio viaje. Y yo he pasado mucho tiempo buscando ese viaje", dice Melina Kontis.
Alexandros Vardaxoglou también ha estudiado interpretación y danza. Participar en esta representación era su sueño_. "_Vemos todas esas pequeñas y grandes relaciones que surgen entre ellos, su erotismo, sus amoríos, sus amistades, sus rivalidades, sus celos, la necesidad de destacar, de ser queridos, de hacerse notar.
La obra tiene una gran variedad de relaciones y emociones. Pasa constantemente de una cosa a otra. Creo que, en cierto modo, es como ver una sociedad en miniatura. Muchas veces me siento como en un pueblo con todo lo bueno y lo malo de un mundo cerrado, que aquí va de lo más pequeño a lo más grande. Hay grandes transiciones. Es una obra poética, un mundo poético.
Trato este material con asombro, pero también con mucho amor, porque desde muy joven, cuando estaba en la escuela de danza, veía las obras de Bausch. A veces, cuando trabajo sus obras, me parece mentira. No puedo creer que de repente haya entrado en este mundo. Me siento muy feliz de haber tenido la suerte de entrar en su mundo y sentir algo de lo que sentía la gente que la conoció. A menudo sientes que la conoces porque estás en su obra".
Daphnis Kokkinos es miembro permanente del Teatro de Danza de Wuppertal desde 1993. En 2002 se convirtió en asistente del coreógrafo alemán. ¿Qué hace especial el trabajo de Bausch?
"Lo que hace especial a Pina y a su obra es la forma en que presenta la danza. Lo que quería decir con la danza y cómo utilizaba a sus bailarines para tocar un poco lo que había en su mente y en su alma. Lo que tenía era algo muy, muy real. Por eso nos toca a todos. Es algo que pertenece a todos, algo que todos tenemos en común. Ella fue capaz de hacerlo bailar, de moverlo y sacarlo al escenario. Es algo que nos llega a todos. Son cosas que nos queman y nos comprometen. Son las cosas con las que vivimos cada día.
Pina Bausch fue capaz de convertir estas cosas cotidianas en verdadero arte. Cuando trabajábamos juntos y hacíamos algo muy pequeño, decíamos que esto era una estupidez. Pero ella lo hacía así y lo ponía en otro sitio y, de repente, esa cosa trivial se convertía en esencial. Teníamos mucha libertad cuando trabajábamos con ella en cada proyecto. Era maravillosa la libertad que te daba para explorar y para expresarte. Así que creo que lo que la hace especial es cómo convertía pequeñas cosas cotidianas en arte sobre el escenario".
