El éxtasis y la agonía de Strauss Kahn

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Por Euronews
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De presidenciable a estrella de los tribunales. En poco tiempo, el destino de Dominique Strauss Kahn ha dado un vuelco radical. Cuatro años después

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De presidenciable a estrella de los tribunales. En poco tiempo, el destino de Dominique Strauss Kahn ha dado un vuelco radical.

Cuatro años después del escándalo Sofitel, el expresidente del Fondo Monetario Internacional (FMI) vuelve a los tribunales acusado de tener a su servicio una red de prostitutas. El llamado caso Carlton, que podría costar al exministro francés diez años de cárcel, es un caso complejo y con múltiples ramificaciones.

El 26 de marzo de 2012, tras varias horas de interrogatorio, DSK fue imputado por proxenetismo en banda organizada con agravantes. Desde ese momento, su defensa es la misma:

Richard Malka:
“Mi cliente se declara inocente de los cargos que se le imputan. Nunca supo que algunas de las mujeres que le presentaron eran prostitutas.”

Sospechoso de ser el instigador de esa red de prostitución, el nombre de DSK, a quien algunas de las asiduas a las orgías en este hotel de Lille describen como “el rey de la fiesta”, apareció cinco meses después de que empezase la investigación judicial.

Pero otra investigación, esta vez llevada a cabo por periodistas, concluye que las principales autoridades estatales, empezando por el entonces presidente Nicolas Sarkozy, sabían de las fiestas desde hacía mucho más tiempo ya que Strauss Kahn estaba siendo sometido a escuchas telefónicas ilegales. La pregunta que se plantea es por qué. Y la respuesta, según algunos, reside en los sondeos de la época. El entonces director del FMI no sólo era el candidato preferido de los socialistas para las presidenciales de 2012, también era el probable ganador de los comicios. Strauss Kahn era a priori el único capaz de derrotar en las urnas al presidente saliente.

Hasta que en 2011, un famoso sábado de mayo, se produjo un auténtico seísmo a escala planetaria: DSK apareció esposado en las televisiones de todo el mundo acusado de haber agredido sexualmente a una empleada del hotel Sofitel en Nueva York, en el que estaba alojado.

Posteriormente se sucedieron la cárcel, el juicio, el oprobio, los detalles sobre sus prácticas sexuales y las dudas sobre su valor como persona.

Aunque logró evitar un proceso penal y la camarera del hotel retiró su denuncia, previo pago de un millón y medio de dólares, cuando volvió a Francia cuatro meses después, el prestigioso economista se había convertido para muchos de sus compatriotas en un pervertido.

Sus cuitas judiciales le impidieron concurrir a las primarias socialistas. Las acusaciones de agresión sexual de la periodista francesa Tristane Banon, en 2012, contribuyeron a dar la puntilla a su carrera política.

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