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La soledad de Europa

La soledad de Europa
Derechos de autor 
Por Beatriz Beiras
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Fue una ceremonia sobria y sencilla, en la que la música expresó tanto o mas que el discurso o el minuto de silencio. Fue en el Parlamento europeo, reunido en Bruselas el martes 17 de noviembre en homenaje a las víctimas de los ataques de París.

El violín de Vladyslava Luchenko sonó triste y melancólico al intrepretar una pieza de Bach; el « Himno a la Alegría » de Beethoven conmovedor hasta arrancar lágrimas. El discurso del Presidente del Parlamento, Martin Schulz, breve y digno, al afirmar, «Hoy mas que nunca defenderemos nuestra libertad».

El minuto de silencio, respetuoso y observado por un hemiciclo lleno.

Sin embargo lo mas conmoverdor fue la imagen de los representantes de las instituciones que presidieron la ceremonia: Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea; Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea; Martin Schulz y Harlem Désir, Secretario de Estado francés para los asuntos europeos. Los cuatro frente a los eurodiputados eran la imagen de la soledad de Europa en esta crisis devastadora.

No es que no llegaran mensajes de solidaridad y pésame desde los cuatro rincones del planeta. No es que no fueran de sincera pena. Pero los ataques de París han dejado a Europa mas sóla de lo que estaba para acoger a los refugiados sirios. ¿Cuantos países les han ofrecido asilo en un número significativo? En EE.UU, seis días depués de los ataques, la Cámara de Representantes votó un proyecto de ley para suspender el programa del presidente Obama de ayuda a los refugiados que quisieran pedir asilo allí, un cupo de sólo 10.000 para 2016.

Pero la peor soledad de Europa viene de dentro de sus fronteras. De la incapacidad de sus Estados miembros de compartir entre ellos y de trasladar parte de su soberanía a las instancias comunes para actuar con eficacia y así ganar la adhesión de la ciudadanía europea, sobretodo de la joven generación para la que el discurso europeo tradicional ya no tiene contenido.

En el momento de los símbolos fuertes, de enviar un mensaje a los ciudadanos, Europa desaparece y son los Estados los que recuperan todo el protagonismo. El minuto de silencio en el Parlamento europeo ocurrió, lejos, muy lejos de los ciudadanos de Europa.

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