En el sudeste de Turquía, muchos hablan de “guerra”. El Gobierno habla de “limpieza”. Al menos 25 presuntos miembros del Partido de los Trabajadores
En el sudeste de Turquía, muchos hablan de “guerra”. El Gobierno habla de “limpieza”.
Al menos 25 presuntos miembros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) han muerto en los dos últimos días en la vasta operación lanzada por las fuerzas de seguridad turcas en la provincia de Sirak, mayoritariamente kurda.
El diario local turco Hürriyet informa de la muerte también de una mujer, madre de cuatro hijos. No se descarta que haya más víctimas civiles.
“Considero que estas políticas son erróneas. La presión sobre el pueblo kurdo se ha vuelto inaceptable. ¿Qué es lo que no podemos compartir? Ya basta. Queremos la paz”, dice un habitante de Cizre.
La mayor parte de los fallecidos durante la llamada operación de limpieza de Ankara se han registrado en Cizre y Silopi, donde rige el toque de queda desde hace dos días. Los tanques patrullan las calles y tratan de destruir las barricadas levantadas por los guerrilleros.
El Gobierno turco ha advertido de que las operaciones militares continuarán hasta que los rebeldes del PKK sean expulsados de las ciudades de mayoría kurda del sureste de país.
En Diyarbakir, donde el martes fallecieron tres policías en un ataque del PKK, continúan las operaciones de seguridad. Desde el pasado 2 de diciembre, la ciudad está bajo un toque de queda permanente.